Violencia simbólica.
El pasado tres de febrero de 2021 la Cámara de Diputados aprobó con 444 votos a favor, 2 en contra y 7 abstenciones, una reforma en la que define los certámenes de belleza como violencia simbólica contra las mujeres. Asimismo, busca prohibir a las instituciones públicas asignar recursos, publicidad, subsidios o cualquier tipo de apoyo…
El pasado tres de febrero de 2021 la Cámara de Diputados aprobó con 444 votos a favor, 2 en contra y 7 abstenciones, una reforma en la que define los certámenes de belleza como violencia simbólica contra las mujeres. Asimismo, busca prohibir a las instituciones públicas asignar recursos, publicidad, subsidios o cualquier tipo de apoyo económico para realizar este tipo de eventos.
De tal suerte que será la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia la encargada de visibilizar este tipo de violencia. A partir de esta reforma, en México serán considerados como violencia simbólica los concursos, certámenes, elecciones, competencias y cualquier otro tipo de eventos que promuevan estereotipos de género y con base en los mismos evalúen la apariencia física de mujeres, niñas y adolescentes.
Por lo anterior, me surgió la necesidad de poder escribir al respecto, en especial por las reacciones que pude ver en redes sociales. Así, mientras algunas personas aplaudieron esta reforma, otras la consideraron un acto de totalitarismo. Por lo que se hace oportuno conocer un poco acerca de qué es esto que se ha llamado violencia simbólica.
La concepción de la violencia simbólica se enfoca en la idea de lo simbólico como un espacio en el que necesariamente todos los agentes sociales han de tener una relación de percepción y reconocimiento. De lo anterior se sigue que en la violencia simbólica exista un sujeto dominante y otro dominado. En el dominante el sistema patriarcal es el común denominador, pues es quien establece las condiciones socioculturales, siempre con el objetivo de asegurar su hegemonía.

La característica principal de este tipo de violencia radica en su aceptación de forma pasiva, pues no siempre se muestra agresiva, sino que se va enraizando en la mente de las personas a modo de establecer normas de regulación social.
La violencia simbólica, dice Pierre Bourdieu, es esa coerción que se instituye por mediación de una adhesión que el dominado no puede evitar otorgar al dominante (y, por lo tanto, a la dominación). El dominado sólo dispone, para pensarlo y pensarse o, mejor aún, para pensar su relación con él, de instrumentos de conocimiento que comparte con el dominante y que, al no ser más que la forma incorporada de la estructura de la relación de dominación, hacen que ésta se presente como natural.*
Con esa naturalidad y con la anuencia de la sociedad, la violencia simbólica se ha hecho parte de nuestra vida cotidiana. Con los signos y símbolos asignados por roles de género se crea publicidad de jabón lava platos dirigida sólo a mujeres, o la ya afamada publicidad de cerveza en la que se objetiviza el cuerpo de las mujeres.
Lo impresionante de esta violencia es lo escondido y oscuro de sus estragos, pareciera que no afecta de manera directa a nadie, sin embargo lo que genera es desigualdad: posiciona los estereotipos teniendo como resultado una sociedad femenina insegura y debilitada, pero que a pesar de ello es defensora de los mandatos de este tipo de violencia.
En palabras de Bourdieu, diría que los agentes sociales son agentes conscientes que, aunque estén sometidos a determinismos, contribuyen a producir la eficacia de aquello que los determina, en la medida en que ellos estructuran lo que los determina.Así pues, nos hemos ido construyendo ante la mirada que normaliza la subordinación de las mujeres en la sociedad y que lo hace por medio de estereotipos, signos, mensajes y símbolos. Para algunas personas esto no parece tener una perspectiva desigual y es más bien una posición extremista del feminismo. Para ti ¿la violencia simbólica es un tipo de violencia, o es una exageración más de la llamada generación de cristal?
*Pierre Bourdieu. Meditaciones Pascalianas. Ed. Anagrama, 1999