Violencia intrafamiliar
¿Es posible romper los círculos viciosos de la violencia? Si vivimos situaciones de violencia doméstica en nuestras casas, ¿significa que repetiremos las mismas cuando seamos adultos?
¿Se puede romper el círculo vicioso?
Antes de adentrarte en este artículo te recomendamos leer la reseña del libro Romper el círculo de Colleen Hoover, que publicamos en Femísticas hace algunas semanas. Y si es que todavía no has leído el libro, ten por sabido que a continuación habrá muchos spoilers. Advertida (así que, ¡¿qué esperas?! ¡Corre a leer el libro, porque se agota! Encuéntralo aquí).
“La gente pasa mucho tiempo planteándose por qué las mujeres no dejan a sus maltratadores, pero ¿por qué nadie se plantea por qué los hombres las maltratan? ¿No deberíamos culparlos a ellos?” (Hoover, p. 293)
Ésta fue una de las muchas frases que yo subrayé de esta historia. Y es que es un buen planteamiento cuando hablamos del maltrato femenino por parte de cualquier persona de su círculo social, incluyendo amistades o familia tóxica, pero quizás me estoy adelantando.
La novela comienza presentando a Lily Bloom, una mujer adulta quien tras el funeral de su padre se esconde en la azotea de un complejo departamental en Boston. Minutos después, aparece Ryle Kincaid haciendo destrozos con sillas y malas palabras al aire, sin darse cuenta de que está acompañado por alguien más. Cuando por fin nota la presencia de Lily, se disculpa y comienzan una conversación en la que ella confiesa que acaba de dar un anti discurso en el funeral de su padre, ya que era un maltratador y ella no tenía nada bueno que decir de él. Ryle, por su parte, le dice que es residente de medicina y acaba de perder a un pequeño en cirugía, intentando salvarlo de una herida de bala que le había causado su propio hermano. En un momento de empatía, florece el deseo y justo antes del primer beso, Ryle recibe una llamada del hospital y se va, sin nada más que el nombre y una fotografía oscura de Lily en su celular.
Tras el funeral, Lily recoge cosas de su adolescencia de la casa de sus padres, entre ellos lo que ella denomina como los “Diarios de Ellen”, donde introduce a Atlas Corrigan, tercer protagonista de la historia, pues resulta ser su primer amor y quien la acompaña en la oscuridad de los días en que su padre abusaba física y verbalmente de su madre.
Algunos meses después del funeral, Lily intenta abrir su propio negocio y contrata a Alyssa, una chica que iba deambulando por la calle mientras veía su nuevo local (un personaje introducido a la historia de una forma extraña, debo decir) quién resulta ser hermana de Ryle, trayendo a este personaje de nuevo a su vida. En lo que sería una novela romántica adolescente, se nos relata cómo Lily y Ryle luchan con lo que sienten uno por el otro, llegando al fin al punto en el que se vuelven una pareja. Es entonces cuando, en una cena para presentar a Ryle con su mamá, Lily vuelve a ver a Atlas en un restaurante nuevo en la ciudad. Se produce un encuentro rápido y, tras una plática fugaz en el estacionamiento, Atlas le da su teléfono y se despiden.

Lily decide no darle importancia y concentrarse en su nueva vida, en su negocio y en su novio, quien una noche, en una cena romántica en su departamento, intenta abrir una botella de vino, pero falla y se corta la mano. Lily lo ve con humor y le da un ataque de risa, pero entonces Ryle la golpea y ella cae y se pega en la sien en un mueble cercano. Ella queda en shock, su primer pensamiento es hacia su padre, y que Ryle no puede ser igual que él, pero el dolor que siente en el ojo dice lo contrario. Ryle se disculpa muchas veces y ella lo deja pasar, dejando ver que la primera vez siempre parece un accidente y la víctima a veces no es capaz de reconocer cómo se siente al respecto; el amor que siente por su abusador aún es más grande que el dolor que el primer golpe puede causar, pero esto solo suele ser el inicio de varios nuevos “incidentes”.
En el caso de Lily, el siguiente se presenta cuando Ryle descubre que tiene el número de Atlas en su teléfono. Comienzan a discutir y a forcejear, hasta que Ryle la empuja por las escaleras. Cuando Lily despierta, Ryle la está curando mientras le explica que resbaló y cayó por las escaleras. No hay ejemplo más claro que éste del gaslighting, que emplea un abusador a la hora de excusarse. Lily hace un recuento mental de los hechos y decide encararlo, reforzando en voz alta que ella sabe que no fue un accidente, que él la empujó. “Te caíste, hace unos cinco minutos, justo después de que descubrí que me había casado con una puta mentirosa de mierda”.
Culpabilizar a la víctima es un método frecuente y funcional, ya que después de eso, Lily piensa cosas como: “Él estaba celoso y yo me crucé en su camino”, “mi padre no tenía excusas para maltratar a mi madre y él era mucho peor” y “lo de las escaleras era necesario”. Una cosa quizá increíble si se ve desde afuera, pero súper posible siendo protagonista. Días después, Ryle compra un departamento nuevo en la misma torre donde vive Alyssa y le da unas llaves a Lily. No supe si interpretarlo como un intento de disculpa o una medida de precaución, como si tener a su hermana cerca fuera a ayudar a su poca inteligencia emocional y a su mal manejo de la ira.
¿Recuerdas los diarios de Ellen, en los que Lily adolescente relata todo el maltrato que sufrió su mamá? Pues escribe desde cosas pequeñas como estacionar su auto en la calle para que su padre no tuviera que caminar, hasta una escena donde el padre acusa a su madre de puta y la estrangula en el sofá mientras le sube el vestido, a lo que ella responde: “Por favor, cállate. Lily está en la casa”. Esto me impactó bastante ya que me di cuenta de que la madre había llegado al punto de no abogar por su propia integridad, sencillamente no quería que su hija supiera y sufriera por esta situación, cosa que resalta uno de los muchos sacrificios que hace una mujer abusada en un intento de complacer a una sociedad que defiende a la “familia tradicional” y el machismo que conlleva. Pues esto es la gota que derrama el vaso, ya que se repite el patrón entre Lily y Ryle y sucede prácticamente lo mismo, con la única diferencia de que Lily está embarazada y Ryle no lo sabía. Es entonces cuando Lily decide huir, yendo a casa de Atlas y desconectándose del mundo por completo. Días después, se entera que Ryle parte a Londres por trabajo y solo así vuelve a casa, donde se ve obligada a decirle a Alyssa que está embarazada y la historia de por qué no quiere que Ryle lo sepa. Éste es un capítulo interesante, ya que cuando Alyssa se entera de todo lo sucedido, le hace saber a Lily que la quiere y que si le vuelve a abrir las puertas de su casa a su hermano, no le volverá a hablar. Me pareció un excelente ejemplo de sororidad y de ruptura del pacto patriarcal, ya que a ella no le interesa romper su lazo familiar con tal de salvar a una mujer abusada.
Al final, Ryle vuelve y la ve embarazada (inevitablemente). Ella le permite hablar y quedan que él estará presente en el quirófano, ya que es su hija también, y en ese lapso de tiempo decidirán si lo vuelven a intentar por ella. El día llega, Lily tiene a la bebé y cuando la ve decide pedirle el divorcio a Ryle, porque el abuso intrafamiliar es un círculo vicioso, un trauma para cada persona de una manera diferente y, por lo tanto, un patrón que se repite una y otra vez.
Como extra, viene un mensaje personal de Colleen Hoover, hablando de su propia situación familiar y de cómo su mamá fue la inspiración para toda la historia, pero sobre todo para el final de ésta. Como te diste cuenta, la novela es una historia que gira una y otra vez, como debe de ser la relación de ambivalencia que llega a tener una persona en esta situación. Es un libro que recomiendo ampliamente cuando se trata de aprender a salir de círculos dolorosos.