Svetlana, una escritora contra el sistema soviético.
«Matarme haría mucho ruido» Svetlana Aleksiévich. . En Femísticas traemos para ustedes recomendaciones de grandes escritoras que han sido piezas fundamentales para la construcción de pensamiento crítico y consciente en el mundo. Y esta entrega no es la excepción, con el presente texto queremos recomendar las letras de una mujer valiente y aguerrida, Svetlana Aleksándrona…
«Matarme haría mucho ruido» Svetlana Aleksiévich.
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En Femísticas traemos para ustedes recomendaciones de grandes escritoras que han sido piezas fundamentales para la construcción de pensamiento crítico y consciente en el mundo. Y esta entrega no es la excepción, con el presente texto queremos recomendar las letras de una mujer valiente y aguerrida, Svetlana Aleksándrona Aleksiévich, quien por medio de sus obras ha desafiado no sólo a un régimen, si no a la historia misma.
Svetlana Aleksiévich nació el 31 de mayo de 1948 en Stanislav, Ivano-Frankivsk, Ucrania. Hija de Aleksandr Alexievich, militar soviético de origen bielorruso, y de Yevgeniya Alexievich, maestra ucraniana. Fue criada en Bielorrusia. Cuentan sus biografías que desde sus primeros años de vida estuvo interesada en la poesía y que participaba de manera asidua en la escritura de artículos para los periódicos escolares. Egresada en 1967 como periodista de la Universidad de Minsk, ha dedicado su vida a la docencia y el periodismo.
Una escritora contra el sistema soviético
Svetlana destaca en las letras internacionales por presentar textos que fluctúan entre la literatura y el periodismo. Maneja una excelsa prosa documental en la que destacan las entrevistas que hace a personajes directamente involucrados con la trama de sus obras. Los testimonios son presentados por la autora tal y como son recabados en su quehacer periodístico. Además, son magistralmente conectados por medio de textos literarios en los que Svetlana adopta un tono filosófico, incluso metafísico. La escritora hace escasas intervenciones con su voz, que son leídas a manera de breves introducciones. Sus protagonistas realizan monólogos de los que destilan sentencias, advertencias y hasta profecías respecto a la naturaleza humana, los riesgos que derivan del culto a los Estados y de la disolución de la personalidad individual en el sujeto colectivo. Resaltan además temas como el descontrol de la técnica y la ciencia en manos de personajes sin principios éticos, el control de pensamiento y de creencias en Estados autoritarios, así como la desvalorización de la vida humana.
Este peculiar estilo literario ha llevado a Svetlana a escribir obras donde se percibe el sentir de sus personajes, donde se puede leer sus vivencias, sus cuestionamientos ante el sistema soviético y su permanente silenciamiento de las voces disidentes. La autora cuestiona de manera directa los clichés sobre el heroísmo soviético, a las autoridades soviéticas y a la historia oficial que ha educado a generaciones enteras con el ideario patriótico que ha pretendido esconder sus crímenes con la supuesta intención de reivindicar la lucha de su pueblo.
Svetlana ha enfrentado graves procesos legales que la han llevado a retardar la publicación de sus libros y su venta; incluso sus obras han estado prohibidas en Rusia por largos periodos de tiempo. Pese a todo ello, ha sido acreedora de grandes galardones internacionales como el premio polaco Ryszard-Kapuscinski en 1996, el Premio Herder en 1999 y el Premio de la Paz del Comercio Librero Alemán en el 2013. En el año 2015 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura por «sus escritos polifónicos, un monumento al sufrimiento y al coraje en nuestro tiempo«, convirtiéndose en la decimocuarta mujer en ganar este galardón. Ya que hablamos un poco sobre la autora, queremos recomendarte cuatro de sus grandes obras que estamos seguras te dejarán un buen sabor de boca y te llevarán a considerar a Svetlana como una de las más grandes escritoras actuales.
- La Guerra no tiene rostro de mujer
Para la realización de esta obra, Svetlana entrevistó a mujeres rusas que participaron en la II Guerra Mundial. La obra la finalizó en 1983 pero, por cuestionar clichés sobre el heroísmo soviético, las autoridades soviéticas le acusaron de naturalismo y pacifismo, duras críticas para esos tiempos, motivo por el cual su libro fue publicado hasta 1985, gracias al proceso de reformas conocido por la perestroika. Se trata de una obra cruda, pero al mismo tiempo hermosa, donde lo terrible de la humanidad se lee en cada uno de los párrafos. Svetlana intenta darle voz a la memoria de las mujeres olvidadas, a esa historia no contada que puede verse de manera diferente si se cuenta desde lo femenino. En palabras de la autora «… la guerra femenina tiene sus colores, sus olores, su iluminación y su espacio. Tiene sus propias palabras. En esta guerra no hay héroes ni hazañas increíbles, tan solo hay seres humanos involucrados en una tarea inhumana«.
Svetlana recupera la memoria de estas mujeres, cuarenta años después de finalizado el conflicto bélico, realizando cientos de entrevistas. Recorre toda la URSS visitando a las excombatientes olvidadas en sus casas, en asilos o en sus granjas. Y relata una historia que horroriza a las y los lectores, pero que al mismo tiempo nos acerca a comprender las motivaciones de las mujeres, que en aquel entonces eran muy jóvenes, para participar en una guerra que no fue diseñada por ellas ni para ellas. Y que, a pesar de eso, todas estas mujeres valientes se hicieron un espacio en el campo de batalla, para pelear con valor, con fuerza y con su inquebrantable fe. Sin embargo, también podemos ver a través de esta obra cómo la gran mayoría de esas mujeres vieron recompensada su valentía, su tesón y su lucha con el silencio. Un silencio impuesto desde el Estado que no veía la necesidad ni tenía la intención de reconocer a aquellas que derramaron su sangre en la guerra.
- Los últimos testigos
Para Svetlana ha sido de suma importancia recabar los testimonios de aquellos que vivieron directamente las consecuencias de la guerra, y es justamente a raíz de esto que, a finales de la década de los ochentas entrevistó a cientos de huérfanos que quedaron en tal condición como resultado de la tragedia que significó para ellos y sus familias la II Guerra Mundial. Esta guerra dejó casi trece millones de niños muertos y, en 1945 sólo en Bielorrusia, vivían en los orfanatos unos veintisiete mil huérfanos, resultado de la devastación producida por la guerra en la población de ese país.
Esta obra es sencillamente devastadora, donde Svetlana le da nombre y apellido a cada uno de los entrevistados. En sus párrafos encontramos el relato de aquellos niños y niñas que recuerdan el momento en que sus padres marcharon a la guerra, dejándolos solos por cumplir con el deber que tenían con su patria. Rememoran la forma en cómo llegaban noticias del fallecimiento de sus padres y la forma en cómo esto repercutirá por siempre en sus vidas. Por medio de este libro podemos conocer el desamparo en que muchos de estos infantes quedaron después del conflicto bélico. Encontramos personajes como Guena, quien recuerda los bombardeos ocurridos en Minsk y cómo la gente se refugiaba en los cementerios. Podemos leer el testimonio de Katia, quien desde sus trece años puede reconocer el olor de la muerte, aquella que rodeaba las imágenes de niños y viejos quemados entre las ruinas.
Svetlana nos cuenta en esta obra una serie de historias de horror, en donde destacan la compasión y el coraje. En un total de 100 testimonios la autora nos transporta al sufrimiento de miles de niñas y niños, sólo comparados con el dolor que desafortunadamente hoy viven las infancias en lugares como Siria, Yemen o Sudán del Sur. El mensaje final de la autora es la necesidad de que la paz se mantenga en el mundo, en su libro la guerra pierde todo romanticismo y descubre la crueldad no sólo de los que fallecen en ella, si no de aquellos que pierden todo, pero sobreviven.
- Los muchachos de zinc
Esta obra fue publicada en 1989, en ella Svetlana reúne testimonios de excombatientes, así como de madres y viudas de soldados rusos, que participaron en la guerra de Afganistán. Se trata nuevamente de un relato documental sobre una guerra que desconocemos. Svetlana fue en su momento acusada de exceso de exposición y uso intencionado de materiales que desvalorizan el trabajo desarrollado por los soldados rusos en este conflicto; en otras palabras, enfrentó recursos legales por difamación, anti patriotismo e intento de calumnia.
La autora desmiente la posibilidad de un Estado omnipresente y omnipotente, por medio de relatos que muestran que a pesar de que el gobierno de la Unión Soviética tuvo la intención de silenciar los reclamos de los soldados y sus madres (por la mutilación o el fallecimiento de sus camaradas y familiares en la cruenta guerra, en condiciones irregulares, que eran simplemente devueltos en ataúdes de zinc), esto no fue posible. Los testimonios dan fe de la presencia de una doble realidad: la del discurso oficial en conjunto con los medios de comunicación masivos y la de los sobrevivientes y familiares de soldados. Ya que mientras en la televisión se mostraba la construcción de puentes, escuelas y hospitales, mientras en prensa se contaba sobre las condecoraciones a los soldados y mientras en las escuelas se les rendía homenaje; en Afganistán se torturaba, se masacraba a nativos y a los propios compañeros.
Svetlana le da voz a las madres que recibían después de años de servicio en tierras lejanas, hijos devastados por la guerra. Hijos que no recibían ni el reconocimiento y mucho menos lo mínimo necesario para vivir después de servir a su patria. La autora nos presenta los testimonios de los sobrevivientes, que retornaron mutilados física y psicológicamente. Por medio de este libro vemos también cómo a pesar de sus esfuerzos, las y los soldados terminaron convirtiéndose en renegados sociales, de una guerra que nunca tuvo una verdadera razón de existir, que sólo fue una supuesta “ayuda humanitaria” que terminó dejando miles de muertos afganos y rusos. Dice la autora que “la guerra es un arduo trabajo y es un crimen, pero con el paso de los años solo se recuerda el arduo trabajo mientras que el crimen se olvida.” Por este motivo, Svetlana se esmera en que no se olviden los crímenes de la guerra, o de lo contrario estaremos condenados a verlos repetidamente frente a nuestros ojos.
- Voces de Chernóbil
Finalmente te recomendamos esta obra publicada en 1997, que trata sobre los héroes anónimos que se sacrificaron durante la catástrofe nuclear de Chernóbil. Svetlana presenta en este libro información recopilada en el transcurso de diez años, tras entrevistar a más de quinientas personas que fueron testigos del desastre nuclear en Ucrania. Svetlana logra exponer de manera magistral lo que ocurrió y continúa ocurriendo alrededor de esta tragedia. En su monólogo inicial “Una solitaria voz humana”, nos hace saber que, para conocer mejor la historia no basta con leer todas las notas periodísticas que se publicaron en su momento, sino que es necesario escucharla relatada en primera persona. Al iniciar el relato con la frase “No sé de qué hablar… ¿De la muerte o del amor? ¿O es lo mismo?”, desde ese momento Svetlana nos advierte que no se tratará de una más de esas historias donde se habla desde el exterior, sino que se tratará de una narración donde tendremos presentes todas las emociones humanas posibles.
En esta obra se recuperan los testimonios de campesinos, niños, científicos, militares, políticos, amas de casa; donde cada uno tiene elementos importantes para describir la historia. Se relata el accidente, los elementos que no se previeron, la necesidad por parte de la URSS de esconder y atenuar de la mejor manera lo ocurrido frente a la mirada internacional. Es un relato frío, sufrido, pero incluso en los peores escenarios también se percibe el humor negro de aquellos que sobrevivieron sin entender la magnitud de lo ocurrido.
No importa el libro que elijas para comenzar a leer a esta autora rusa. Estamos seguras que cualquiera de ellos te impactará y te enfrentará con tus propios prejuicios sobre la tragedia humana y el papel femenino en las historias.