¿Soy una mujer empoderada?
¿De qué sirve hablar de empoderamiento femenino si sólo nos limitamos a emprendimientos de negocios y apoyos gubernamentales? El concepto de “empoderamiento” va mucho más allá. Aquí te compartimos algunas de nuestras propuestas.
Corría el año de 1995, en la parte oriental del planeta: Beijing, China. En ese momento la última de cuatro conferencias mundiales a cargo de la división de la ONU para la mujer, adoptaba el enfoque de género, reconociendo que la estructura de la sociedad y las relaciones entre mujeres y hombres debían ser reevaluadas. El nuevo orden mundial demandaba mayor potencial del papel de las mujeres, participando como iguales en todos los aspectos de la vida.

Pero no sólo fueron palabras vacías. De esa conferencia nació la Agenda para el Empoderamiento de la Mujer1ONU Mujeres, 2022. https://www.unwomen.org/es/news/in-focus/women-and-the-sdgs/sdg-5-gender-equality#:~:text=ONU%20Mujeres%20act%C3%BAa%20para%20empoderar,sin%20dejar%20a%20nadie%20atr%C3%A1s.. Ahí aparece la palabra mágica en la que se centrará este artículo: empoderamiento.
Más allá de ser la palabra de moda entre los defensores de las mujeres, usada por políticos, académicos y todo aquel héroe sin capa que busca “otorgar el poder”, el empoderamiento tiene un aspecto muy relevante: la movilización política. El gran problema es que las estrategias actuales de empoderamiento están hechas a medida, con frías estrategias despolitizadas que redimen la culpa de quienes detentan el poder, pero poco solucionan los serios problemas de equidad.
De esta manera, hemos comprado la idea de un falso empoderamiento femenino a partir de la asistencia a talleres de capacitación para emprender un negocio (panadería, uñas, corte y confección, etc.), o con el hecho de recibir apoyos gubernamentales que equivalen apenas a la décima parte de “un sueldito” (para citar al excelentísimo Gobernador de Nuevo León, Samuel García).
Debo dejar en claro que las referencias no buscan demeritar estos oficios, sino llegar al siguiente punto: las mujeres no necesitan ser empoderadas, nacemos con nuestro propio poder, el poder de la autodeterminación, de la toma de decisiones y del pensamiento libre. Es el sistema patriarcal quien nos arrebata la valentía de tomar lo que es nuestro por derecho: la representación en los puestos de poder o la toma de decisiones autónomas, por poner sólo unos cuantos ejemplos.
Basta recordar la bochornosa situación en México, cuando los titulares de los periódicos señalaban: “La hija de un político sospechoso de violación gana gubernatura de Guerrero2Los Ángeles Times, 7 de junio de 2021. https://www.latimes.com/espanol/mexico/articulo/2021-06-07/la-hija-de-un-politico-acusado-de-violacion-gana-la-gobernacion-de-guerrero”, siendo ella la imagen pública después de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación le quitará la candidatura a su padre. Y que esto no sirva de excusa para revictimizar a la actual Gobernadora Evelyn Salgado Pineda, pero sí para evidenciar que su representación no coincide con los ideales de justicia social que defiende el feminismo.
Así entonces, ¿es el empoderamiento la vía para el cumplimiento de los ideales feministas? Considero que la respuesta es un rotundo no. Que una mujer llegue a una posición de poder no necesariamente implica que va a representar los intereses de las mujeres.
Necesitamos más mujeres en la política, pero sobre todo mujeres feministas y empáticas que usen su posición de poder para cambiar (en lugar de perpetuar) la situación de las propias mujeres.
Porque la lucha sigue en la búsqueda de eliminar todo aquello que obstaculiza la participación activa de la mujer en todas las esferas de la vida pública y privada, por una participación plena e igualitaria. El principio de poder y responsabilidad compartidos entre hombres y mujeres va más allá de una ideología dividida, es un tema de derechos humanos y una condición de justicia social, desarrollo y paz.
Porque lo personal también es político: cada acción, cada palabra, cada momento.