Sororidad
Una alianza necesaria. Autora: Ana Karen Navarro Torres Considero que no hay frase como la de Vivir Quintana en su “Canción sin miedo” (2020): Si tocan a una, respondemos todas, que defina mejor la palabra sororidad, que brinde un significado tan sencillo y tan claro a una palabra que, a pesar de lo mucho que…
Una alianza necesaria.
Autora: Ana Karen Navarro Torres
Considero que no hay frase como la de Vivir Quintana en su “Canción sin miedo” (2020): Si tocan a una, respondemos todas, que defina mejor la palabra sororidad, que brinde un significado tan sencillo y tan claro a una palabra que, a pesar de lo mucho que se escucha últimamente, no se conoce del todo. El movimiento feminista ha evolucionado basándose en las necesidades que se han desarrollado con el paso de los años, pero sacar a relucir este concepto se ha vuelto esencial en estos tiempos. Conocerla más a fondo podría brindar una nueva perspectiva de análisis y significación.
Del latín soror–ōris, que significa “hermana carnal”, la palabra sororidad fue avalada por la Real Academia Española en el año 2018, definiéndose como la “Relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento”. En otras palabras, la sororidad es la empatía que una mujer siente por otra por el simple hecho de ser mujer, por saber que se enfrenta a los mismos problemas culturales, sociales y, a veces, personales, incluso sin llegar a conocerla. Sin embargo, este término se acuñó por primera vez en 1921 y (aunque usted no lo crea) por un hombre. Miguel de Unamuno (1864-1936), filósofo y escritor español, escribió en la novela La Tía Tula (1921), que si existe la palabra “fraternal” (del latín frater: hermano), por qué no existiría “sororal”.
¿Dónde se perdió la sororidad?
Existe el mito de que las mujeres somos “demasiado astutas”, “de poco fiar”, “competitivas y malas”, pero solo entre nosotras. Se habla en canciones, novelas y películas sobre cómo el mayor enemigo de una mujer es otra mujer y de lo poco que se puede confiar en nuestro mismo sexo. ¿Pero quién dijo eso? ¿Quién nos metió en la eterna contienda interna en la que vivimos? ¿Por qué nos cuesta tanto ver a otra mujer sin que nos comparemos con ella?
Este ambiente de tensión y constante competitividad es uno de los grandes engaños que ha creado el patriarcado con la finalidad de dividirnos. Como reza el dicho: “divide y vencerás”. Pensémoslo de la siguiente manera: una gota de agua se pierde fácilmente en la arena, pero una ola de mar es capaz de arrasar con ciudades completas. Una mujer sin una red de apoyo es una víctima fácil de la violencia de género, pero las mujeres unidas han generado los cambios que vemos en la sociedad actual. Está comprobado que somos más fuertes unidas, así que ¿por qué no estarlo?

Iniciar en la Sororidad
El postulado olvidado de la revolución francesa, la hermandad, se hace imperativo si queremos liberarnos de las reglas del patriarcado, y para eso hay que convertir la sororidad en un hábito en nuestras vidas. Muchas veces nos consideramos personas empáticas, pero es una realidad que nos cuesta no criticar o descalificar, aunque sea un poco, a cualquier mujer que es distinta a nosotras. La sororidad consiste precisamente en abandonar estas prácticas degenerativas y corruptivas, que impiden una óptima organización y solidaridad de género.
Una buena manera de empezar a ser sororas es eliminar los juicios sobre la apariencia de otras mujeres; entendamos que cada mujer es única y nadie tiene derecho a descalificarlas. Sobre esa misma idea, respetemos entonces las decisiones que cada mujer toma sobre su propio cuerpo: la forma de vestir, la maternidad, etc.
Ante situaciones de machismo, evitemos justificar la violencia que vive cualquier mujer. Este enunciado va más allá de la violencia física o psicológica que pueda existir; se refiere también a la creación o el refuerzo de estereotipos sobre nuestro sexo y sus debilidades. No todas las mujeres son “histéricas”, “andan en sus días”, “son dramáticas” o “están locas”. Generar este tipo de juicios injustificadamente descalifica el actuar de las mujeres, sus sentimientos y sus decisiones. ¿Por qué no se escucha: “es valiente”, “es capaz”, “es sabia”?
Generar redes de seguridad es uno de los pilares más fuertes de la sororidad. Tú misma puedes comenzar con tu círculo de amigas, creando un grupo en redes sociales donde se compartan su ubicación en tiempo real o alertas de auxilio. Como mencioné antes, la violencia no es solo física y el estado emocional y mental de las mujeres que te rodean podría cambiar drásticamente gracias a ti. Y claro, comparte tus experiencias para que otras mujeres puedan seguir tu ejemplo y logremos, unidas y solidarias, una auténtica sororidad.
¿Y ellos?
El término sororidad, aunque excluye etimológicamente a los hombres, no quiere decir que ellos no puedan colaborar en las diversas tareas que el concepto impulsa. Como mujer, puedes darte a la tarea de ayudar a aquellos hombres que te rodean a hacerse conscientes de los problemas, situaciones o miedos que vives. Muchas veces, los hombres no son conscientes del efecto que causan en las mujeres, por más “leve” que haya sido para ellos y por más obvio que sea para ti, mujer.
La oportunidad de cambio está en todos, pero inicia en nosotras.
Así que, como dice Vivir Quintana, si tocan a una, deberíamos de responder todas, ¿o no?