Sin mujeres, ni México ni independencia
La participación de las mujeres en la Guerra de Independencia, del olvido al que se les ha condenado y el poco reconocimiento que sus aportaciones han tenido en la historia de México.
Las mujeres han sido las grandes olvidadas en la historia escrita de la humanidad. Aparecen escasamente en la historia, en la literatura, en el arte, en la ciencia; y, sin embargo, mucho de lo que hoy somos como humanidad no habría sido posible sin las aportaciones de ellas. Mujeres que han sorteado una gran cantidad de obstáculos para poder desarrollar sus capacidades e intereses, y que incluso cuando han conseguido marcar las pautas históricas han recibido poco o nulo reconocimiento, a un punto tal que algunas ni siquiera son nombradas por los libros o enciclopedias.
Así ha sido la historia de todos los pueblos, incluyendo América Latina. En los movimientos armados que dieron lugar a las luchas de independencia frente a los colonizadores europeos, las mujeres no sólo tuvieron presencia, sino que además fueron grandes promotoras de las causas insurgentes. En el caso particular de México, la Guerra de Independencia no fue la excepción. Este levantamiento armado, que tuvo comienzo la madrugada del 16 de septiembre de 1810, contó desde sus inicios con la participación de mujeres como Josefa Ortiz de Domínguez, quien contribuyó desde su organización en la conspiración que tuvo lugar en Querétaro{1}. Y es ella, la Corregidora, como la conocemos popularmente en nuestro país, quien pasa a la historia de México por ser la persona que alertara al padre de la patria, el cura Miguel Hidalgo y Costilla de que habían sido descubiertos sus planes de revolución armada y que era necesario comenzar con la movilización.
Otra de las mujeres que han obtenido cierto grado de reconocimiento por su participación en la Guerra de Independencia fue Leona Vicario. Durante el movimiento, esta mujer se dedicó a apoyar con insumos médicos, alimentos y otros artículos necesarios a los combatientes, materiales que eran adquiridos con sus propios recursos económicos. Además de fungir como informadora de todos los movimientos que podrían serles de utilidad para la causa independentista. Simpatizante del movimiento revolucionario, Leona Vicario fue una mujer aguerrida, objeto de una persecución constante y de difamaciones, que involucraban incluso sus vínculos emocionales con sus motivaciones para apoyar la independencia.

Además de las antes mencionadas, son reconocidas en menor medida Mariana Rodríguez del Toro Lazarín, Gertrudis Boca Negra (fusilada por los realistas en 1818) y María Ignacia Rodríguez de Velasco y Osorio Barba (la Güera Rodríguez, quien trascendió no solo por su apoyo a la insurgencia sino por ser considerada en su época como transgresora del deber femenino{2}). Sin embargo, fueron miles las mujeres que formaron parte de las fuerzas independentistas, las que participaron en los combates, las que lucharon hombro con hombro a lado de aquellos héroes que hoy la historia nacional ha consagrado. Mujeres que permanecieron a lado de las tropas insurgentes para alimentarlas, para cuidar de sus enfermos y heridos. Mujeres que aportaron dinero, que cuidaron huérfanos y huérfanas, que sirvieron de espías, de guías de caminos y veredas, que abastecieron con alimentos, ropa y armamento a los combatientes{3}.
Las mujeres participaron en la insurgencia de varias maneras: algunas de forma activa, como las independentistas que ya hemos mencionado, y otras de forma “pasiva”, manteniendo a flote a sus familias y comunidades. Y es que la realidad de la guerra también provocó que miles de mujeres permanecieran en sus comunidades y en sus casas, pero no sólo para esperar el retorno de sus esposos que luchaban en los campos de batalla, sino que tuvieron que realizar todas aquellas actividades que podrían satisfacer las necesidades de sus poblaciones y de los mismos insurgentes. Su actividad consistió en sostener a sus familias en pie, mantener sus comunidades de igual manera y soportar los ataques y asedio de los españoles, sobre todo cuando se trataba de compañeras, novias, esposas, hijas o hermanas de insurgentes{4}.
Haciendo un paralelismo con lo que relata Svetlana Alexiévich en su obra La guerra no tiene rostro de mujer, las mujeres en los conflictos bélicos han sido fundamentales para su planificación, evolución y resolución. Son ellas las manos constructoras de armas, son ellas las que mantuvieron los sembradíos necesarios para la alimentación de la sociedad, son ellas las que cuidaban a los enfermos, son ellas las que tomaban los fusiles y combatían por la independencia de sus pueblos. Y, sin embargo, pareciera que la historia prefiere mantenerlas en la oscuridad. La historia escrita por un mundo patriarcal al cual no parece importarles la visión de las mujeres. Esa visión donde ellas relatan una guerra distinta, “… su guerra tiene olores, colores, tiene un detallado universo existencial{5}.”
{1} CIMAC. Comunicación e Información de la mujer, en www.cimacnoticias.com/…/08091502-Mujeres-sin-su-luc.34821.0.html
{2} Patricia Galeana, Lecciones de las mujeres en el México del siglo XIX y asignaturas pendientes. Año 3, No. 5 enero 2007, en http://www.mdemujer.org.mx/fem/revista/0305/305art04/art04pdf.pdf
{3} CIMAC. Comunicación e Información de la mujer.
{4} María José Garrido Asperó, “Entre hombres te veas. Las mujeres de Pénjamo y la Revolución de Independencia”, en Francisco Castro y Marcela Terrazas (coords.). Disidencia y disidentes en la historia de México. México, UNAM, 2003. p. 174.
{5} Svetlana Alexiévich. La guerra no tiene rostro de mujer. Ed. Debate. México, 2017. p 21.