Retazos de alma en el desagüe
Crónica sobre los “sacrificios” y la tortura de las bailarinas de ballet.
Abrazada al váter*, la frente envuelta en sudores. Los cabellos se desatan de la coleta para caer al rostro, pegarse a sus mejillas y solazarse con los restos de comida alrededor de la boca. Le arde la nariz y algo más que la lengua le sabe a descomposición. Agarra un pañuelo de la mochila; aún le cuelga en la espalda, ya ni siquiera la pone tras la puerta para evitar que otros entren. Ha aprendido a domesticar al estómago, o el estómago la ha domesticado a ella. Nomás terminar las clases de danza siente el asco y los espasmos de la merienda haciendo por salir. Sólo atina a correr.
Se precipita calle arriba; entra al primer baño público que encuentra para asirse a cualquier cosa, le permite volcar la vergüenza que sale de la garganta: una mezcla de bilis, comida, rabia, desesperación…. Pasa el paño por los labios, mira fijamente el agua amarillenta en el fondo del váter. Los pedazos de un sándwich de atún quedan en un bucle recóndito. Ante aquella visión asquerosa no puede evitar pensar que algo más que el alimento se le va por el desagüe. Ha comenzado a llorar, al final, siempre llora.

Arianna tiene quince años, desde los trece vomita retazos de alma a escondidas. Su madre dice que el ballet es una profesión de sacrificios, pero no imaginó que debería ofrecerse a sí misma. Hace dos años que arma el puzzle de su orgullo luego de ir al baño, hace dos años que practica giros después de clases, es más fácil deshacerse de la comida luego de bailar por cuatro horas. 35 kilos, pero le sobran 5. Son el abismo entre ella y el protagónico en El lago de los cisnes; también el abismo que le impide tomar un helado.
Hoy no ha salido de su habitación. Tumbada en la cama mira la pared y piensa en el tortuoso ritual de enfrentar tres comidas diarias, en las risitas de Fabiana con sus 30 kilos perfectos, en su madre que marca con una regla cada centímetro de más y lo compensa con treinta minutos de entrenamiento, doble ración de verduras y cantidades ingentes de té negro. El caldo de hierbas le sabe tan amargo. Antes quería bailar, ahora se siente gorda, defectuosa…. Toca los huesos bajo su cuello para comprobar si sobresalen lo suficiente. Antes quería bailar, ahora no tiene fuerzas para levantarse. Piensa en helado y llora.
* Retrete; taza del baño.