Primer acercamiento al feminismo,
Se esboza un panorama general al feminismo que sirve como acercamiento para las mujeres que desconocen qué es y tienen curiosidad por aprender.
¿por dónde empiezo?
Colaboración con Evelin Beltrán
Cuando era apenas una adolescente, me consideraba una mujer pro equidad. Me rehusaba a ser presentada como feminista y que mis amigos y amigas o cualquiera de “los muchachos” me señalará como una de esas nudistas revoltosas que se pasan las horas sin hacer nada productivo o pintando paredes en las manifestaciones. Porque, pese a nuestros esfuerzos, debemos reconocer que en la sociedad machista en la que hemos crecido es ésa la concepción del feminismo y la estigmatización de las feministas.
La ignorancia sobre el tema, la carencia de empatía y conciencia social nos han negado el derecho de reconocernos a favor de una lucha que nos pertenece desde hace mucho tiempo y en la que, si bien hemos avanzado, desafortunadamente estamos lejos de ganar.
Ahora, ya con más experiencia y con bastantes lecturas a cuestas, mi perspectiva ha cambiado; hoy por supuesto que me identifico como feminista. Todos los días trato de abonar a favor de esta postura, desde las trincheras y acciones más cotidianas, hasta las más complejas (cuando surge la oportunidad). Sin embargo, para llegar a esta posición tuve que comenzar entendiendo el concepto de feminismo, atendiendo su significado y comprendiendo cómo es que algo que parece tan ajeno a mí, me involucra directamente sólo por el hecho de ser mujer.
Con lo anterior no estoy diciendo que todas las mujeres deban ser feministas (aunque sería un sueño maravilloso que así sucediera), ni tampoco pretendo generar una definición de feminismo sofisticada, que para eso numerosa bibliografía existe ya. En todo caso, el presente artículo pretende dar una breve orientación inicial para aquellas mujeres que, como yo hace algunos años, tomaron la decisión de tener su primer acercamiento con este movimiento social. El presente texto es una introducción para ubicarnos como mujeres dentro del contexto que nos corresponde y en el que, sin duda alguna, hace falta mucho trabajo.
- Entendiendo el concepto
La Real Academia de la lengua Española define el feminismo como el “principio de igualdad de la mujer y el hombre // Movimiento que lucha por la realización efectiva en todos los órdenes del feminismo[1]”. Es decir, el feminismo es un movimiento que busca la igualdad y que dentro de todas las modalidades (histórica, económica, política, etc.) procura la visibilización y la transformación de las formas de opresión, dominación, segregación y otras violencias particulares que sufren las mujeres. En pocas palabras, el feminismo es un movimiento que busca que aprendamos a distinguir la violencia cometida hacia las mujeres, no solamente la que es evidente. Si no también la que se esconde en el tejido social, para que con ello podamos encontrar los mecanismos que nos permitan cambiarla y terminar con ella.
Es importante saber que me están violentando: 1) si mi jefe o compañía para la que trabajo me está pagando menos solamente porque soy mujer; 2) si mi pareja me está agrediendo a golpes todos los días porque la casa no se encuentra perfectamente limpia o no le gusta cómo me visto; 3) si alguien en la calle se siente con derecho de incomodarme; 4) si mi esposo me ha abandonado, y además de querer avergonzarme por el hecho de ser madre soltera me está dejando la responsabilidad económica y moral de la crianza de mis hijos (entre otras muchas formas de manipular y controlar). En todos estos casos, estamos ante distintos tipos de violencia contra la mujer y tenemos que aprender a identificarlos como patrones negativos de comportamiento, para después encontrar los medios que nos ayuden a terminar con ellos.
A simple vista parece una tarea fácil, pero es más difícil de lo que parece porque estas maneras de pensar y de actuar están sumamente arraigadas en las entrañas de la sociedad. Son tentáculos invisibles que alcanzan y aprisionan a cientos de mujeres todos los días, todo el tiempo.
- Olas que arrastran
Cuando pensamos en una ola, pensamos en esta fuerza gigante que viene del océano con un pico inmenso a punto de estrellarse en la orilla de la tierra. Una fuerza que parece que se extingue al contacto con la arena, pero que surge nuevamente del océano repetidamente. Así fueron concebidas las luchas de las mujeres por conseguir los derechos más esenciales[2].
- La primera ola es representada por las mujeres que pelearon para conseguir el derecho al voto. Básicamente el reconocimiento de la ciudadanía y la participación. Y con ello se buscaba tener la posibilidad de involucrarnos activamente al momento de elegir a nuestros representantes y manifestar nuestras opiniones.
- La segunda ola es la lucha de las mujeres por el reconocimiento de la igualdad política, en el que ganamos el derecho a desempeñar cualquier rol, no solamente aquellos reservados en la vida privada, como el de la hija obediente, la madre abnegada o la mujer del hogar[3].
- La tercera ola es nuestra reflexión del valor que tenemos como seres humanos. Es el reconocimiento de nuestras capacidades intelectuales y laborales que pueden ser trasladadas a cualquier plano y por las cuales merecemos un salario justo y un trato social digno (no condescendiente).
De entre éstas, la tercera ola es la más emocionante porque seguimos construyéndola diariamente. Los estudiosos del tema coinciden que esta ola comenzó con el juicio de Anita Hill, una abogada que se atrevió a denunciar el acoso recibido por el entonces nominado a la Corte Suprema de los Estados Unidos. Fue a partir de ese suceso, que las mujeres comenzaron a notar las prácticas de acoso. Así como el abuso de poder que algunos hombres con cargos importantes empleaban para conseguir favores sexuales. Figuras políticas, profesores, jefes en todas las esferas fueron expuestos y socialmente condenados por tomar ventaja de su condición de género y de su jerarquía.
Artistas exigiendo los espacios que les corresponde, también cantantes, directoras cinematográficas, deportistas, etc… Pero sobre todo mujeres como tú y yo, que podemos votar, que podemos estudiar y desempeñar la profesión u oficio que deseamos. Sé que puede sonar desalentador, pero a pesar de conseguir algunas libertades todavía no tenemos el completo dominio y libertad de decisión. Porque incluso para la sociedad del siglo XXI nuestros derechos no son reconocidos, garantizados y menos producto de nuestras luchas; sino una especie de favor del cual debemos estar agradecidas y actuar acorde con lo que se espera de nosotras para pagar ese “privilegio” del que subconscientemente se piensa: no somos merecedoras.
Por eso se ve tan normal que se espere de nosotras ser la “amiguita del jefe”, para poder recibir un ascenso. También parece normal tener un sugar daddy que nos provea de cierta estabilidad económica. Ante los ojos de la sociedad, parece correcto que, si aceptamos salir con alguien, después de la cena y los boletos del cine, “exista un tipo de intercambio”, como si adquiriéramos una deuda que estamos obligadas a pagar. En otras palabras, nos parece normal tener que “pagar favores”, como un canje en el que no tenemos control, pero que sucede todos los días, a la gran mayoría de las mujeres en el mundo, todo el tiempo y en todas partes; que a fuerza de repetición llega a parecer incluso una nimiedad.
- La 4 ola y las conclusiones
Algunas feministas consideran que la cuarta ola es la que ha empezado con las nuevas tecnologías y la forma en que la información se dispersa. Consideran que esta nueva ola inició su aparición por medio de los remanentes de las movilizaciones feministas pasadas. Y esto tal vez tenga cierto grado de razón, pues hemos presenciado en años recientes movilizaciones que, si bien retoman principios y conceptos teóricos construidos en el pasado por olas anteriores, su desarrollo es diametralmente distinto y su capacidad de convocatoria inmenso gracias al uso de las redes sociales y el Internet. Por ejemplo, fuimos testigos de este tipo de manifestaciones a través de las “protestas de marzo” en Washington y las subsecuentes 673 marchas en todo el mundo; de las movilizaciones y exhibición de depredadores sexuales acompañados del hashtag #MeToo; de los videos de “Un violador en tu camino” que se volvieron virales y llegaron a todos los rincones del globo terráqueo.

En el caso concreto de México, presenciamos cómo las agrupaciones feministas tomaron fuerza a grado tal que consiguieron organizar un paro total de labores de mujeres, que con el lema “un día sin nosotras” hizo temblar a la economía del país. Un paro nacional que surgió como una forma de visibilizar lo que le ocurriría si un día desapareciéramos todas las mujeres mexicanas. Se trató de un intento potente para crear conciencia en la sociedad y que comprendan que estamos cansadas de la violencia sistémica, de la desaparición de mujeres y de los feminicidios. Fue una muestra de que nuestro hartazgo ha llegado a un punto tal que “si tocan a una, respondemos todas” y que no nos cansaremos de luchar para que no volvamos a decir #Niunamenos, y que no nos rendiremos hasta que nos dejen de asesinar.
Hoy, la organización y manifestación de nuestros ideales es más clara que nunca porque nos es notificada a través de Facebook, Instagram, Twitter y su difusión es tan veloz como lo son los movimientos de nuestros dedos en la pantalla del celular. Ahora bien, es importante preguntarnos: ¿qué nos quieren decir todos estas movilizaciones y difusión de información? Quizá, que estamos transitando del miedo a la ira. Probablemente que la violencia normalizada que impera en el país también contribuye al enojo y hartazgo social. Lo preocupante es que vivimos en este contexto y que es en él donde están creciendo nuestras amigas, hermanas e hijas.
Estas movilizaciones actuales responden a las exigencias de justicia que no han sido escuchadas y que nos ha llevado a pensar que somos nosotras las que debemos poner un alto a los 11 feminicidios que ocurren diariamente en México. Porque en las manos de las autoridades (que son quienes supuestamente deben impartir justicia) quedan impunes el 95% de las denuncias[4]. No nos ha quedado más remedio que levantar la voz por nuestras hermanas que son asesinadas a manos de sus parejas (de esas personas que supuestamente debían amarlas). Levantamos la voz para decir: ¡no a las artistas de las novelas! Ni a las muchachitas novias de los narcotraficantes. Sí a las chicas que acuden todos los días a estudiar, sí a la panadera, a la vendedora, a la cocinera. A la que se queda de última pasajera en la combi y la que se sube primero al microbús.
Con lo poco que he podido compartirte, espero sinceramente que te sirva para que la siguiente vez que veas una marcha, que leas un artículo, que observes un baile como forma de protesta ante la situación que las mujeres vivimos, tengas claro que esas expresiones son solamente la punta del iceberg, la respuesta de muchos años obedeciendo los estándares absurdos que la sociedad espera de nosotras. Sabrás que son expresiones que canalizan la frustración e impiden que salga un grito desesperado pidiendo respuesta ante la muerte y desaparición de miles de mujeres, porque hasta por eso somos juzgadas.
Y sabrás que son las mismas, miles de mujeres que se han cansado de esperar a que sus “asuntos” en el juzgado finalmente se resuelvan. Mujeres fastidiadas de que sus violadores no pisen la cárcel. Feministas que estamos pidiéndole al gobierno que “haga su trabajo” y finalmente genere políticas públicas para resolver estos problemas. Pero que lamentablemente la única respuesta que recibimos es la minimización de nuestras demandas (tal y como ha sido tradición a lo largo de la historia de México). Estamos ante políticos que se hacen de “oídos sordos” ante nuestras peticiones y que arremeten por medio de los cuerpos policiales cuando nadie los observa y reprimen contra una ira plenamente justificada.
[1] Diccionario RAE y ASALE (DLE), Real Academia Española, 18, feb, 2022. https://www.rae.es/drae2001/feminismo
[2] Ver, Constance Grady, The second feminist wave, The new York times, March 10, 1968
[3] Esta segunda ola se da en el marco de la publicación de El segundo Sexo de Simone de Beauvoir y La mística femenina de Betty Friedan, cuyas ideas y reflexiones sobre el papel que las mujeres desempeñan y representan en la comunidad abrió el camino para que en 1963 fuera publicada la Ley de la Igualdad Salarial por el presidente J. F. Kennedy.
[4] De acuerdo al último informe presentado por “México evalúa”.