¿Por qué mi madre no me quiere?
Se trata de una breve reflexión sobre las repercusiones que trae consigo la crianza por parte de madres tóxicas y abusivas. De cómo repercuten sus comportamientos en las hijas y en su desarrollo.
Desde pequeñas nos adoctrinan con la idea de la maternidad. El ser madre se convierte en el máximo objetivo de vida de las mujeres, en un anhelo, en un sueño, en ese acto que nos dará valor y respeto ante la sociedad. Las religiones nos saturan con narraciones moralistas sobre la divinidad que yace de manera implícita en el acto de ser mamá; y hasta la ciencia nos ha vendido el falso paradigma del “instinto maternal” como señal biológica que nos condiciona a querer maternar como parte de nuestra propia naturaleza. Sin negar que hay mujeres que desean ser madres y ejercen su maternidad de manera voluntaria, afectuosa y responsablemente, es importante recalcar que no todas las mujeres quieren o pueden hacerlo de la misma manera.
En primer lugar, debemos ser conscientes que la maternidad no siempre es un ejercicio social y emocionalmente sano. Que no existe ese tan proclamado “instinto materno» y que no todas las mujeres quieren ser o deberían ser madres. Sus condiciones de vida, el estatus socioeconómico, sus aspiraciones personales, los traumas psicológicos, entre muchos otros factores, se vuelven determinantes a la hora de decidir ser madres. Incluso, el hecho de desear ejercer nuestra maternidad no define cómo vamos a desarrollarnos una vez que lo seamos. Y por ello es importante hablar de aquellas maternidades que se ejercen desde la violencia y el abuso, de las maternidades tóxicas que son producto de la imposición y coerción que la sociedad ejerce sobre las mujeres y sobre sus cuerpos.
La psicóloga Olga Carmona refiere que podemos definir como una madre tóxica a aquella mujer que llega a ejercer su maternidad por situaciones poco deseables, por cumplir con lo que socialmente se le ha impuesto o por convencionalismos; que la llevan a desencadenar una serie de comportamientos dañinos y violentos hacía sus propios hijos e hijas, de manera consciente o inconsciente. Una mujer que, por lo general, no tuvo la posibilidad de planear, interrumpir o de renegar de esa maternidad, ya que la sociedad no aprueba ese tipo de comportamientos. Y de esa manera se convirtió en madre, al aceptar gestar, parir y criar a un hijo o hija como algo inevitable. Ante esta situación, no es difícil comprender que para algunas madres los hijos e hijas sean percibidos como una molestia, como un obstáculo, como un(a) rival, e incluso que se vuelvan una proyección de todo aquello que hubiesen querido ser o tener.
Las madres tóxicas son en algunas ocasiones mujeres narcisistas, con traumas infantiles que no han podido solucionar o trabajar, quienes tienen serias dificultades para asumir su papel de madre, porque filtran el mundo a través de su necesidad y de sus propios deseos. También hay mujeres frustradas, cuya vida no se ha desarrollado como hubiesen esperado y por ello utilizan a sus hijos como chivo expiatorio ante sus insatisfacciones. Hay diferentes tipos de maternidades tóxicas, pero en todas ellas se incluye, en mayor o menor medida, el uso de la culpa, la manipulación, la crítica cruel, la humillación, la carencia de empatía y el egocentrismo.

En el caso particular del binomio madre-hija, las madres abusivas son mujeres que conocen la forma de hacerle saber a sus hijas que no cumplen con sus expectativas, que envidian sus éxitos, y por ello limitan o intentan menospreciar su independencia. Madres que rivalizan con sus hijas en un escenario patológico y violento, donde las hijas no siempre son conscientes de que son víctimas y mucho menos de las motivaciones de los comportamientos de sus madres. Las madres dañinas despliegan su toxicidad de muchas maneras: envidiando a sus hijas, tratando de anularlas, sobreprotegiéndolas o absorbiendo en exceso su energía. ¿Suena loco verdad? Pues a veces la realidad supera la ficción de las películas con tramas psicológicas o dramáticas. Y si te dijera que miles de mujeres sienten que han sido condicionadas psicológica y emocionalmente por la forma en que se comportaron sus madres con ellas desde que eran niñas, ¿lo creerías?
Las redes sociales son un gran medio para evidenciar la realidad de las maternidades tóxicas y abusivas que aquejan a nuestras generaciones. Cientos de vídeos se viralizan todos los días y en muchos de ellos, su contenido muestra la forma en cómo una gran cantidad de chicas se sienten no valoradas por sus madres. Reclamos por su frialdad, por su escaso apego, por su falta de empatía, por su no aceptación, por sus críticas dañinas y su nulo reconocimiento, encabezan listados de Tiktoks e Instagram. Relatos de mujeres que cuentan sus historias y recuerdos, mostrando las emociones y traumas que han arrastrado por años y que se originaron en la relación mediocre que han podido mantener con sus madres. Videos de chicas preguntando: ¿por qué mi madre no me quiere?, ¿por qué mi madre me abandonó?, ¿por qué jamás seré suficiente para mi mamá? Son ejemplos concretos de lo lastimosa que puede ser la maternidad cuando no es deseada, cuando se ejerce sólo por cumplir con la sociedad. Tú misma, querida lectora, puedes empezar por intentar responderte: ¿por qué tengo problemas con mi madre?
Hablar de las maternidades tóxicas es de suma importancia, pues con ello podemos visibilizar las raíces de muchos de nuestros problemas psicológicos y emocionales que nos impiden o limitan nuestras acciones. La mayoría de niñas que han sido criadas por mamás tóxicas no son capaces de entender que sus madres son las responsables de muchas de sus inseguridades, de su baja autoestima, de su necesidad de aprobación, de su constante autoexigencia, de la dificultad para establecer vínculos afectivos sanos con otras personas e incluso del profundo vacío emocional que produce la falta de apego y amor primario.
Y es que resulta muy difícil aceptar que tu propia madre puede ser capaz de no quererte. Es muy duro entender que, pese a tus esfuerzos, no podrás traspasar la coraza que tu madre se ha creado como medio protector de su frustrada y rota infancia. Porque, aunque pudieran tener razón aquellos especialistas en salud mental que afirman que una madre tóxica es el resultado de las fracturas emocionales que ha acarreado desde su niñez, la realidad para muchas mujeres que han crecido con las deficiencias afectivas y agresiones de esas madres, suele ser determinante y puede repercutir en todas las facetas de su vida.
El rechazo materno se convierte en un dolor crónico que les acompaña permanentemente y que tiene la capacidad de exponenciar en sus hijas desequilibrios psicológicos y emocionales. Ser consciente de que tuviste una madre tóxica te puede llevar a entender por qué intentabas por todos los medios ganar su atención y su aprobación cuando eras niña; por qué te causaba dolor su falta de muestras de afecto o de reconocimiento. Y por qué, incluso siendo una mujer adulta, intentas desesperadamente obtener la atención y la aprobación del mundo entero. Identificar la toxicidad de tu madre y la forma en cómo la reproducía en tu crianza, te puede ayudar a comprender por qué no te sientes digna de ser querida, cómo fue que logró minar la confianza en ti misma y destruir tu autoestima. Existen miles de mujeres que, pese a todos sus triunfos y éxitos, se sienten vacías; mujeres que son muy severas juzgándose a sí mismas, que no se creen merecedoras de la felicidad y de las buenas cosas que les ocurren y que viven agotadas por intentar llenar a toda costa el vacío emocional que sus madres les han dejado.
A pesar de que puede ser muy doloroso aceptar que tienes una madre tóxica y ser consciente de las consecuencias que su comportamiento ha tenido en tu vida, déjame decirte que has dado el primer paso necesario para encontrar la salida. Pues esa niña rota que llevas dentro y que parece controlar tus emociones puede ser curada. Vas a requerir la ayuda de profesionales, por supuesto, que te apoyen a fortalecer la capacidad resiliente que habita en tu interior y de esa manera tomar el control de tu vida. ¡Pide ayuda! Sólo por medio de terapia y con el acompañamiento de tus redes sociales de apoyo podrás llevar a cabo el duelo que tu madre tóxica merece. No de tu madre como parte importante de tu familia y que seguramente amas, pero sí de la parte tóxica que está presente en su relación.
Necesitas despedirte definitivamente de la madre que no tuviste, de ese ideal que creaste en tu imaginación y aceptar que no la tendrás y que no debes seguir buscándola. La terapia te ayudará a entender que tu realidad no va a cambiar y que tu madre difícilmente lo hará. Que tu bienestar no puede depender de que tu mamá algún día se despierte y se dé cuenta del daño que te ha hecho, para decidir transformarse en otra persona. Y que tampoco es tu responsabilidad cambiar a tu madre, lo cual debes asumir sin culpa o remordimientos, puesto que tú no la elegiste, de hecho, nadie ha escogido la madre que quería tener. Ser hija de una madre tóxica puede ser muy complejo, quizá en algún momento logres empatizar con ella y comprender los motivos por los cuales se comportó contigo de esa manera.
Quizás, si ambas trabajan sus traumas y desequilibrio emocional, puedan llegar a tener una relación más sana, pero eso no podrá ser posible si ella no es consciente de su violencia y agresividad. Y finalmente, en el caso de que tu madre no pueda o no quiera cambiar sus patrones de comportamiento, no queda más remedio, aunque duela, que poner distancia física y emocional con esa mujer que no supo querernos. Pues, aunque seas capaz de entender que tu madre pudo haber sido forzada a tenerte o criarte, también debes saber que la generación de vínculos emocionales es algo que no se le puede imponer a nadie.
Tú no eres culpable, no hiciste nada mal, no podías hacer nada ya que tan sólo eras una niña creciendo con una adulta rota. Sanar tu relación con tu madre o alejarte para priorizar tu salud mental es tu derecho y es un mecanismo de amor propio y de autocuidado. Y si eres madre o has pensado en serlo, sabrás que lo más importante al trabajar los traumas generados por tu vínculo afectivo materno tóxico, es la posibilidad de no reproducir esos mismos patrones de comportamiento y con ello evitar heredar esa herida a tus hijas.
[1] Olga, Carmona. “Síndrome de la progenitora tóxica: ¿por qué mi madre no me quiere?”. El País (versión online). México, 2016. Consultado en: https://elpais.com/elpais/2016/10/10/mamas_papas/1476097766_326006.html
[2] María Viviana, Torres. “Relaciones emocionalmente abusivas”. Revista UCES. Argentina, 2006. Consultado en: https://www.redalyc.org/pdf/3396/339630248012.pdf