¡Malditas mujeres!
Una irónica expresión del machismo, que pregona que todo lo malo del mundo y de la historia ha sido causa de las mujeres.
Autora: Mónica Caicedo Roa
¡Malditas mujeres! son tan feas, tan débiles, tan incompetentes y tan burras. Aparentemente solo piensan con el corazón, cuando lo hacen, y eso las hace objetivos fáciles de los astutos hombres. ¡Ah! Los maravillosos hombres fuertes, lindos, inteligentes, valientes, a ellos solo les caben adjetivos positivos a ellos solo cabe la racionalidad y las buenas virtudes. ¡Que felicidad ser un hombre! ¡Que felicidad tener un pene viril que puede penetrar os agujeros más profundos! ¡Que increíble ser el centro de la creación!
Ya lo decían los judíos en sus plegarias matutinas: “Bendito sea Dios nuestro Señor y el Señor de todos los mundos por no haberme hecho mujer” mientras sus esposas murmuran con resignación “Bendito sea el Señor porque me creo según su voluntad”[1]. Malditas feministas que no se conforman como las judías y quieren ser hombres. Ya lo decía Pitágoras “Hay un principio bueno, que ha creado el orden, la luz y el hombre. Y un principio malo, que ha creado el caos, las tinieblas y la mujer. Malditas mujeres que no merecen existir. ¡Qué dificultad! ¿Qué hacer con esas mujeres que entorpecen la existencia de los hombres? los alejan de sus más profundos pensamientos y de sus objetivos más nobles.

¿Por qué no puede ser todo fácil y lindo? Un Edén sin Evas, solo con Adanes saliendo del barro. Un mundo de placeres: deliciosos manjares, reuniones con los amigos, lucha, futbol y pensamientos profundos. Nada de sexo. ¡Momento! ¿Nada de sexo? ¿O sexo con otros hombres, con penes tan o más viriles que el mío capaces de penetrar los agujeros más profundos? ¡Mi Dios del cielo! Tal vez sea necesario perdonar a Eva y aceptar que las mujeres son un mal necesario. Volvamos al Edén, tal vez el problema no esté en Eva sino en Dios nuestro Señor. ¿Todo eso por una manzana? ¿En serio? ¿Todo eso por el conocimiento y la sabiduría? Ósea, que Dios nuestro Señor quería que fuésemos burros. Un bando de hombres burros haciendo burradas en el paraíso. En lugar de perdonar a Eva vamos a tener que condecorarla por haber liberado los pobres hombres de las burradas del paraíso. Porque ni reuniendo todos los hombres del barro se habría conseguido el coraje para comer la manzana, y si la hubiésemos mordido, nuestra avaricia no hubiera permitido que los otros hombres la mordieran. ¿Ustedes se imaginan? teniendo el conocimiento y la sabiduría para aprovecharse de los otros. Cualquier hombre racional no habría compartido la deliciosa manzana. Se hubiera aprovechado del conocimiento atribuido por ella para hacerse rey del Edén. Solo la inocente e insensata Eva que dividió la manzana para sacar a Adán de la ignorancia.
Pero perdimos el foco. Ese es siempre el problema cuando se piensa en las mujeres, ellas tienen la virtud de complicarlo todo. ¡Malditas mujeres! Tendremos que reconocer de los deliciosos manjares del Edén hubieran sido preparados principalmente por mujeres, lógicamente sin ofender tan talentosos chefs hombres. Em realidad las mujeres alimentaron el mundo, no solo con manzanas, sino de la leche sus pechos y de la agricultura que fue y es notoriamente femenina desde hace siglos, claro está, sin ofender tantos valerosos campesinos y agricultores.
Reuniones con amigos bebiendo cerveza y hablando de futbol, eso no tiene comparación. Aunque es importante notar que muchas de las conversaciones giran en torno de las mujeres y, de hecho, al terminar volvemos para nuestras casas donde están las mujeres. No es igual volver a la casa y encontrar la madre, la hermana, la novia o la esposa que no encontrarla. Tal vez el problema no sean las mujeres, sino la convivencia que trae el tedio de la cotidianidad y tengo seguridad que ellas también están hartas de los hombres. Tipos celosos, inseguros, egoístas, buenos para nada, peleones, dependientes, insensibles, sucios, sudorosos, repulsivos. ¡De nuevo perdí el foco! De nuevo volvamos para el problema de las mujeres.

Las mujeres dañaron toda la historia, ahora ¿cómo vamos a arreglarla? ¡Malditas mujeres! Todo por causa de ellas, de su vanidad y de su ternura. Malditas brujas que nos quitaron todas las virtudes para esclavizarnos a su voluntad. ¡Egoístas mujeres!
Todo bien cuando son los hombres, porque lógico son el centro de la creación. Todo bien cuando son ellos quienes se aprovechan de sus esposas, hermanas, madres para sacar provecho para sí mismos. Todo bien ellas invertir el tiempo del trabajo, la creatividad, el descanso y el ocio en tareas que benefician a toda la familia (incluyendo los hombres, de hecho, principalmente a los hombres). ¡Malditas mujeres con su justicia! ¿Por qué no pueden aceptar la voluntad divina? Malditas mujeres inconformes e insaciables.
Envidia de nuestro pene, eso es lo que tienen. Por eso no pueden vivir, pensando en nuestro valeroso amigo que es capaz de penetrar los agujeros más profundos. Pero tenemos que reconocer que el clítoris tiene más terminaciones nerviosas y podría dar más placer a las mujeres que el pene a los hombres. No en vano, excusados en las tradiciones arcaicas se ha quitado el clítoris a las niñas de las formas más crueles para que no puedan sentir placer. Es casi lo mismo que castrar a los hombres argumentando que el placer es solo para el otro sexo ¡Vaya, qué brutalidad … pobres mujeres! Quizás ni tengan envidia del pene.
Si el placer no está en el fondo del agujero más profundo ¿para qué querían un pene? Lógico para reproducirse … ¡Uf que susto! por un momento sentí mi insignificancia en el mundo. Bendito sea Dios nuestro Señor y el Señor de todos los mundos por inventar la reproducción sexual. Gracias madre naturaleza por sembrar el deseo de posteridad de la especie en las mujeres. ¡Malditas mujeres! tan dotadas de placer, tan lujuriosas e infieles. Quizás lo que está mal no son las mujeres, sino el modelo de relación. Malditas mujeres que lo complican todo.
Es solo escuchar las peticiones feministas para ver cómo tienen sentido, cómo declaran injusticias y desigualdades. Malditas mujeres organizadas que solo quieren lo mejor para ellas, malditas mujeres que nos hacen ver lo mal que está todo, lo equivocados que estamos todos. «Bendito sea Dios nuestro Señor y el Señor de todos los mundos por no haberme hecho mujer».
[1] Simone De Beauvoir. O segundo sexo. Nova Fronteira, Vol. 1 Mitos e fatos. 5 edição. 2019. p. 18.