La píldora que dio libertad a las mujeres.
Las píldoras anticonceptivas han sido el avance científico que dotó a las mujeres de la liberación de su vida sexual al dejar que ésta dependiera de su maternidad.
Por siglos, las mujeres han empleado toda clase de medidas y remedios para evitar embarazarse. Desde la utilización de tampones de estiércol de cocodrilo en el antiguo Egipto, la aplicación de aceite de cedro o incluso la utilización de la cáscara de medio limón como capuchón cervical. También existen registros históricos de otros métodos como las famosas semillas de Cyrene, que fueron ampliamente utilizadas por las mujeres romanas gracias a su efecto abortivo; y cuya forma, según varios autores, es la causante del símbolo del corazón que todavía en la actualidad se regala en forma de globos o adornos de obsequios en San Valentín. En América Latina, existe un sinfín de infusiones, elaboradas con plantas medicinales que ayudan a cumplir el propósito de no embarazarse o de interrumpir este proceso.
Pues bien, en 1960 la píldora anticonceptiva llegó al mundo, cambiando la vida de las mujeres de forma radical. Mujeres que previamente se casaban muy jóvenes, de las que se esperaba que formaran una familia y fueran excelentes madres y esposas. Mujeres con limitadas experiencias sexuales, por un lado, gracias a principios morales de la sociedad; pero también porque el disfrute de su vida sexual significaba casi inevitablemente comenzar con la etapa de la maternidad. Una pequeña pastilla, vino a darles la posibilidad de planificar su familia, de decidir postergar su maternidad o definitivamente de no ejercerla, sin que eso significara no poder vivir plenamente su sexualidad.
¿Cómo fue creada la píldora anticonceptiva?
Su historia se remonta al año de 1951 cuando un joven estudiante universitario, Luis Ernesto Miramontes, quien trabajaba junto con su director de tesis, el Dr. Carl Djerassi, en la Ciudad de México, logró sintetizar la noretisterona, molécula base para la creación del primer anticonceptivo oral femenino. La noretisterona fue patentada, en primer lugar, en México y de ahí llegó al mundo entero. La patente norteamericana se concedió en 1956, donde sus investigadores realizaron los estudios necesarios para desarrollar la píldora, la cual fue probada en Puerto Rico, Haití y EEUU. Para que finalmente, en 1960, la Food and Drug Administration (FDA) aprobara su venta. Así fue como las mujeres norteamericanas comenzaron una revolución que cambiaría hasta el día de hoy la vida de millones de mujeres en el planeta.
Lo novedoso fue que ahora, las mujeres podrían obtener la liberación sexual de su dependencia a la maternidad. Con el primer medicamento destinado a ser usado en gente sana y además durante períodos prolongados de tiempo, se consigue un gran paso, progreso indiscutible hacia la búsqueda de la igualdad de la mujer con el hombre, liberándola de la amarra difícil de romper de sexualidad y embarazo. En otras palabras, la mujer llegaba a conseguir una situación que hasta ahora era sólo privilegio inequitativo del varón, cuál era la de ejercer su sexualidad sin el riesgo de la llegada de un hijo, sin quedar embarazada.