La Medusa y las víctimas de violencia sexual
Artículo en el que se habla sobre el mito de Medusa y la transformación que ha tenido hasta nuestros días. Hoy considerada como un símbolo para las mujeres sobrevivientes de violencia sexual.

La historia de la humanidad nos ha demostrado que muchas veces los relatos que encontramos en los libros no necesariamente ocurrieron tal y como se escriben en sus páginas. Miles de culturas y pueblos han sido invisibilizados, ya que los vencidos y oprimidos pocas veces pueden contar su versión de la historia para la posteridad. Cosa contraria ocurre con aquellos que tienen y ejercen el poder (político, económico o social), quienes siempre tienen a su disposición páginas y medios para narrar a detalle la historia desde su propia perspectiva. Ya sean historias míticas o reales, entre las páginas de las obras escritas encontramos el reflejo de las sociedades que las crearon. Y en estas narraciones, redactadas desde el poder, encontramos sin lugar a dudas los estereotipos propios de cada cultura que han marcado el pensar colectivo de sus pueblos.
Tomando esto en consideración, vemos cómo resulta fundamental hacer una relectura de todos aquellos escritos que nos han influenciado en occidente. Desde nuestro lado del mundo, la antigua cultura griega ha sido un elemento de suma importancia para la comprensión de nuestro papel en el cosmos. Sus mitos e historias se han convertido en la base para la construcción del conocimiento. Una relectura feminista de sus textos podría ayudar en la reivindicación de las mujeres como género oprimido de la humanidad, quienes al igual que otros grupos discriminados han tenido pocas oportunidades de contar la historia desde sus propias vivencias y perspectivas.

Y de esta manera es como llegamos a hacer un análisis merecido sobre un gran personaje femenino de la mitología griega: la Gorgona o Medusa. Según Hesíodo, en su Teogonía, Medusa era una de las tres Gorgonas que cuidaban el templo de la diosa Atenea, quien se enamoró de Poseidón y de manera romántica (y consensuada) se unió a él en el Templo de Atenea[1]. Pero según Ovidio, en Las Metamorfosis, Medusa fue violada por el despiadado dios del mar. Además, Ovidio relata que tras la agresión sexual que sufrió Medusa por parte de Poseidón, se volcó toda la culpa hacia ella y fue castigada severamente por Atenea. La diosa la castigó transformando su hermosa cabellera en un nido de serpientes y maldijo sus bellos ojos para que nadie más pudiese mirarlos o terminaría convirtiéndose en piedra[2]. Y como es conocido por todos, a los dioses griegos les gustaba jugar con las vidas de los mortales, así que Atenea y Hermes guiaron a Perseo, el héroe de turno, para que decapitara a la “cruel” Medusa.
Pese a que Ovidio cuenta el mito de Medusa a detalle, cabe resaltar que hasta el Renacimiento se había puesto énfasis al episodio donde se relata su derrota a manos de Perseo. Y es que, gracias a la decapitación de Medusa, Perseo se convirtió en un héroe y la Gorgona terminó reducida a la figura de un monstruo derrotado. Ejemplos de esta narración son la estatua de Benvenuto Cellini, un artista italiano que elaboró una escultura en bronce, donde se representa a Perseo victorioso, quien triunfante sostiene la cabeza de Medusa. La estatua tenía como objetivo reflejar, a través del mito, el poder de la familia Medici sobre los habitantes de Florencia.

Ahora bien, una vez conocido el mito y las representaciones artísticas que trajo consigo, es importante retomar la idea de que finalmente estas historias fueron contadas por ciertos dispositivos de poder patriarcal que estuvieron presentes desde la antigüedad hasta nuestros días. En 1975 la teórica feminista Hélène Cixous sostiene en su manifiesto The Laugh of the Medusa que el hombre construyó la imagen de la Gorgona como monstruosa debido al miedo que tenía por que la mujer expresara su deseo sexual. Señala que si las personas realmente se atrevieran a mirar directamente, verían «que no es mortífera, es hermosa y está riéndose[3]”.
Siguiendo esta misma lógica del relato, Caravaggio, uno de los grandes exponentes de la pintura barroca, retrata el instante preciso en el que la cabeza de la medusa es cortada de su cuerpo. Y así como estos dos artistas, podemos encontrar un sinfín de representaciones artísticas de Medusa, convertida en un monstruo al que era necesario asesinar, para la paz y tranquilidad del Olimpo.
Esto es a lo que llamamos una relectura de un mito clásico desde una perspectiva feminista. Ya que después de siglos de revictimizar a un personaje femenino, después de silenciar la violencia sexual de la cual fue sobreviviente, y tras volcar toda la responsabilidad de este abuso a ella (por lo cual fue castigada), se inicia una ola de cuestionamientos por parte del movimiento feminista a la cultura de la violación. La historia de Medusa se ha transformado en el mito de una mujer poderosa, decapitada y satanizada por una sociedad antigua que invisibilizaba las agresiones sexuales contra las mujeres. Un personaje femenino que fue revictimizado, sentenciado a muerte y condenado a ser visto como un monstruo detestable. Sin embargo, ¿será que hablamos solamente de un mito antiguo o de una realidad actual?

Tal vez la historia de Medusa no se haya quedado del todo en el pasado. En un mundo donde la violencia sexual es una constante y millones de mujeres sobreviven como mejor pueden ante este tipo de injusticias, este mito se inserta en nuestra realidad con una fuerza desafiante y empoderante. Su figura ha cambiado para las mujeres de nuestra época, quienes ven en ella el reflejo de su propia realidad. Un ejemplo de esto es la estatua del argentino Luciano Garbati, la cual fue colocada frente la Corte Suprema de Manhattan, donde Harvey Weinstein (exproductor de cine) fue sentenciado a 23 años de prisión por violación sexual y otros delitos.
Esta nueva medusa, retadora, de pie, de más de dos metros de alto, sostiene en su mano derecha la cabeza de Perseo. Se trata de una pieza artística creada en 2008 que resurgió a partir del movimiento feminista #MeToo. Desde entonces se ha convertido en un símbolo para las mujeres que, como ella, han sido victimas de violencia sexual. Medusa siempre fue un símbolo de poder, odiado y temido por el patriarcado, y que ahora nos recuerda a las mujeres que sobrevivir a una agresión no es ninguna vergüenza, no nos convierte en monstruos horripilantes a cuyos ojos no pueden vernos. Esta relectura, esta reinterpretación del mito, nos permite levantar la voz por siglos silenciada y lanzar un manifiesto a todos aquellos Perseos que piensen que por que fuimos las derrotadas, las humilladas, las violadas, somos los esperpentos de la maldad encarnada. Si nos dicen que somos nosotras las culpables de la violencia ejercida sobre nuestros propios cuerpos, sepan que algún día, como en la estatua de Garbati, tendremos sus cabezas colgadas, la cabeza del patriarcado cercenada y sangrante colgando de nuestra fémina mano.
[1] Hesíodo. Teogonía. Ed. Gredos. España, 2015. pp. 3-53.
[2] Ovidio. Las metamorfosis. Ed. Gredos. España, 2016. pp. 91-12
[3] Hélène Cixous, Keith Cohen y Paula Cohen. The Laugh of the Medusa. The University of Chicago Press. EUA, 1976. https://www.jstor.org/stable/3173239