La mar aquietada por las olas insurrectas.
Si por primera vez quieres conocer la importancia del feminismo, ya sea por curiosidad, por simpatía, o por ser un o una hater responsable de sus argumentos, aquí te dejo un recuento breve de las distintas etapas u “olas” del feminismo. Es probable que alguna vez hayas escuchado decir a las y los defensores de…
Primera ola: «La Ola del Despertar»
Surge a raíz de la revolución francesa, después de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente, el 26 de agosto de 1789. En esta asamblea, como textualmente se lee, sólo se contemplaba los derechos de los hombres, y no de las mujeres francesas. La inconformidad no se hizo esperar y la escritora Olympie de Gouges publicaría entonces la Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana en 1791. En este texto proclama el derecho a la educación, a la libertad, la igualdad ante el hombre, la propiedad, la seguridad, el derecho a ser una ciudadana, así como lo referente a las tributaciones, e incluso de la vida en unión libre. Tal fue la trascendencia de la revolución francesa, que una aventurera escritora y filósofa inglesa, Mary Wollstonecraft, viajó a Francia para conocer de cerca la situación, y para 1792 Wollstonecraft publicó una de las obras fundacionales del feminismo: Vindicación de los derechos de la mujer.Segunda Ola: «La Ola de las Humanas-Ciudadanas»
Es conocida esta ola por la imagen de las sufragistas, es decir, las mujeres que abogaban por el derecho a votar, siendo pioneras las mujeres británicas y norteamericanas. Luego vendrían las luchas de los países latinoamericanos, teniendo dos escenarios principales: el primero, la lucha anti esclavista (en América), y el segundo, los años previos a la primera guerra mundial. Por un lado la lucha anti-esclavista fue promovida por hombres, pero también por muchas mujeres, algunas de ellas tenían para esos años armas poderosas: saber leer y escribir. El contexto particular de los Estados Unidos fue la la iglesia protestante, que permitía a las mujeres educarse, con la consigna de las lecturas bíblicas. Esto impulsó la educación de las mujeres, a diferencia de lo que ocurría en la mayoría de los países latinoamericanos, donde el catolicismo no veía con buenos ojos su formación educativa, por considerarla innecesaria. A razón de lo anterior, fue en 1840 cuando cuatro mujeres, entre quienes se encontraban Lucretia Mott y Elizabeth Cady Stanton, acudieron al congreso anti-esclavista de Londres. Al impedírseles su participación, la lucha se tornó del anti-esclavismo, a la exigencia del derecho a la participación y libre expresión de las mujeres. En Inglaterra los desfiles en la calle fueron igual de impactantes que el de la quinta avenida norteamericana en 1913. No resultó fácil para las británicas conseguir la emancipación política, pero fueron tremendamente desafiantes. Ese mismo año lanzaron dos bombas en la casa de David Lloyd, ministro de Hacienda, pronunciaron discursos en las plazas, eran arrestadas y encarceladas. Esta amarga batalla se libró con huelgas, panfletos reivindicadores y marchas, vociferando consignas, donde destacó la figura de Emily Davison. Para esta segunda ola es trascendental el ensayo Del Matrimonio y el Divorcio, escrito por la filósofa Harry Taylor y su esposo, el economista John Stuart Mill. Sus ideas del matrimonio como un contrato entre iguales sería clave para el siglo XIX, pues recordemos que en este siglo las mujeres tenían tres obligaciones para no terminar siendo indecentes: la obligación de ser esposas, creyentes y madres. Esta segunda ola, en efecto, consigue que después de la primera guerra mundial Rusia, Canadá, Alemania, Austria, Polonia, Checoslovaquia e Inglaterra emanciparan a las mujeres, bajo condiciones de edad y estatus económico. En el avance de esta ola se pudieron romper finalmente estas barreras. Para muchos, después de que las mujeres conseguimos el derecho al voto (cada una desde su nación, inspiradas por las pioneras), nada tendría ya que buscar el feminismo y vaticinaban su final.Tercera ola: “La Ola de la Feminidad”
El feminismo no murió, y con fuerza llegó la tercera ola. En ella están los cuestionamientos del significado del sexo y género. Un claro ejemplo es la obra de Simone de Beauvoir El segundo sexo. Su autora no era feminista antes de escribirla, y son sus propias reflexiones las que la llevan a asumirse como tal. Mientras escribía, Beauvoir se cuestionaba: ¿por qué el hombre es el centro de todas las ciencias, vaya de todas las cosas? (androcentrismo), lo que nos hace notar la categoría de ser las “otras”. Categoría que nos invita a reflexionar, pues parece que las mujeres hemos estado siempre fuera de toda contemplación política, social, histórica, educativa y hasta sexual. La tercera ola estuvo basada por una gran cantidad de textos que marcaron un antes y un después en la teoría feminista, entre ellas La Mística de la Feminidad, de Betty Friedan. De esta escritora estadounidense destaca la postura concerniente a la incompleta realización de las mujeres, un problema que no tiene nombre, pero que es un mandato patriarcal. Es decir que únicamente se está completa, si damos gusto a la sociedad. Por ejemplo, ser madre nos da un peldaño más a la realización. A partir de estas ideas, las mujeres que se identificaron con el movimiento, fueron cada vez más jóvenes, muchas de ellas estudiantes, y con ello se daría paso al feminismo de militancia. La diferencia entre el feminismo del siglo XVIII y el del XIX, es que se deja de aceptar en sus círculos a los hombres, pues ellos siempre han tenido su propia voz, sus espacios. Ahora éste sería y será siempre, sólo de nosotras. La teoría en la que se basa, es la del feminismo radical y comprendase radical con la correcta acuñación que le da la escritora canadiense Firestone, radical significa tomar las cosas desde su raíz. El feminismo radical se va a la raíz de la opresión, a la defensa de sus derechos reproductivos y a cada día enfrentar con mayor argumento a nuestro opresor.Cuarta ola: «La Marea Provocando Huracanes»
Es la ola en defensa de los derechos de la autonomía de nuestras cuerpas, la ola del nunca más silencio para la quietud del Estado, nos acompañan diversos feminismos y en esta cuarta ola asumimos en conciencia nuestra condición de humanas que conseguimos vislumbrar en la primera ola y que en la segunda formalizamos al hacernos reivindicar como ciudadanas. Con esa responsabilidad procuramos nuestros derechos y los defendemos en colectividad, empatizamos con las minorías, con aquellas que aún no son visibilizadas y son vulnerables, como las mujeres indígenas, las niñas víctimas de abuso sexual, las mujeres violentadas, sexoservidoras, grupos de la comunidad LGBTTTIQ. Al tiempo abrazamos con fuerza lo conseguido en la tercera ola, los derechos reproductivos. Así que no dudo que en algunos años será la marea verde un símbolo de triunfo y el derecho a la libre maternidad será nuestro.