La histeria femenina y la creación del vibrador.
¿Te has percatado que una de las frases más utilizadas para denostar las emociones y los cambios de humor en las mujeres es la de: “¡eres una histérica!”? Millones de personas en diferentes culturas lo repiten una y otra vez. Principalmente varones que, al emplearlo de forma peyorativa, creen ganar discusiones por el uso de…
¿Te has percatado que una de las frases más utilizadas para denostar las emociones y los cambios de humor en las mujeres es la de: “¡eres una histérica!”? Millones de personas en diferentes culturas lo repiten una y otra vez. Principalmente varones que, al emplearlo de forma peyorativa, creen ganar discusiones por el uso de la “racionalidad” vs la “emotividad”. Pues bien, muchos de los que utilizan esta singular frase desconocen el motivo por el cual se popularizó tanto su uso, y sobre todo el enorme favor que les hizo a las mujeres de la actualidad.
Desde la antigüedad, se creía que las mujeres tenían ciertas “anormalidades” que se reflejaban en sus cambios de humor y que éstas dependían del mal funcionamiento sexual femenino. Por ejemplo, se hablaba de úteros sofocados por la acumulación de semen no utilizado. Con el paso de los años, el desdén de los galenos por el sexo femenino se tradujo en un diagnóstico que abarcaba una serie de síntomas tales como: irritabilidad, retención de fluidos, insomnio, dificultad respiratoria y una marcada tendencia para “causar problemas”. A este cuadro clínico le llamaron histeria femenina.
Una vez que la histeria femenina fue convertida en enfermedad, no faltaron varones que quisieran hacer descripciones de este cuadro patológico. Ese fue el caso de Sigmund Freud, quien llegó a plantear que la histeria femenina era una alteración de la psique, provocado por un hecho traumático que ha sido reprimido en el inconsciente, pero que se refleja en forma de ataques que carecen de todo tipo de explicación lógica. Incluso, Freud llegó a establecer una clasificación de los orgasmos femeninos, que le permitía diferenciarlos entre lo normal y lo anormal. Por un lado, el psicoanálisis describe los orgasmos vaginales, aquellos que podían ser considerados como una respuesta sexual sana en las mujeres maduras. Y en contraste, resaltaba los orgasmos clitorianos, como una alteración y muestra de inmadurez mental en las mujeres con diagnóstico de histeria. Es decir, si una mujer prefería los orgasmos clitorianos, estaba enferma.

En fin, como podemos ver, se ha relacionado a la histeria femenina con la insatisfacción sexual de las mujeres. Aquellas que no podían disfrutar de los orgasmos vaginales o que no tenían sexo de manera ocasional, se decía que podían desencadenar esta enfermedad. Por ello, la próxima vez que alguien te diga que eres una histérica, tómalo con ironía. Si el comentario viene de alguien que no es tu pareja, déjale claro que no tiene forma de saberlo y menos que es de su incumbencia; y si proviene de tu pareja, puedes hacerle notar que, en última instancia, es su culpa.
Y de todo este embrollo, en 1870 se crea un artilugio explícitamente para curar la histeria femenina. Las mujeres de esa época eran tratadas con una serie de masajes que debían descongestionar la tensión en el útero llevándolas al paroxismo histérico, en otras palabras: a un orgasmo terapéutico. ¡Leíste bien! La forma de sanar a las mujeres era producirles orgasmos, estimulando directamente el clítoris. Los médicos en el siglo XIX cobraban por dar esos masajes, pero al ser un procedimiento agotador después de la enorme popularidad que alcanzó tan majestuoso remedio, el galeno Joseph Mortimer Granville inventó el primer vibrador. Un maravilloso dispositivo electromecánico con forma fálica que les daba a las mujeres la posibilidad de tratarse directamente ellas, desde la comodidad de sus hogares.
Es importante aclarar que el gran invento de Granville, jamás estuvo enfocado en mejorar las vidas de las mujeres. El vibrador fue diseñado como un instrumento médico que podría facilitar el trabajo de los profesionales dedicados a esta terapia. Inclusive, muchos autores actualmente señalan que Granville y sus contemporáneos recurrieron a convertir en patología una serie de signos completamente normales en las mujeres, con la finalidad de hacerse de un gran negocio para el gremio.
Fue hasta el año de 1952, que la Asociación Americana de Psiquiatría (APA) excluyó a la histeria femenina de las enfermedades mentales, liberando a las mujeres de esta supuesta patología. Con este hecho, se logró aclarar que los signos físicos presentes en las mujeres no son defectos o anormalidades; son parte de la respuesta fisiológica de sus cuerpos. Sin embargo, a pesar del desinterés médico de los fenómenos sexuales femeninos y de la complicidad del gremio sanitario con las sociedades conservadoras, esta etapa oscura para la comprensión de la sexualidad de las mujeres, regaló al mundo el vibrador. Instrumento cuya utilización brinda placer y salud a las mujeres, sin efectos negativos y sin la necesidad de apoyo extra. Las mujeres en la actualidad deben tener claro que son las únicas dueñas de sus orgasmos y que un orgasmo al día es la fuente de la alegría.
Así que la próxima vez que alguien te diga histérica, guiñale el ojo y ve por tu vibrador para que disfrutes de tu vida, de tu cuerpo, de tu orgasmo.