La escritura en el cuerpo
Los femicidios, como acto supremo de violencia contra las mujeres, son fenómenos sociales que deben ser analizados para intentar encontrar los medios para evitarlos. Esto lo han entendido a la perfección diferentes escritoras y escritores, quienes se han aventurado a analizar este fenómeno social, proponiendo algunas hipótesis este extendido fenómeno de violencia de género en América Latina.
Reseña sobre la obra de Segato.
Existen fenómenos sociales que por el impacto que tienen en las personas y en las comunidades, surge la necesidad de comprenderlos, de entender su origen y su evolución. Los femicidios, como acto supremo de violencia contra las mujeres, son fenómenos sociales que deben ser analizados para intentar encontrar los medios para evitarlos. Esto lo han entendido a la perfección diferentes escritoras y escritores, quienes se han aventurado a analizar este fenómeno social, proponiendo algunas hipótesis este extendido fenómeno de violencia de género en América Latina. Una de las escritoras que ha intentado explicar el fenómeno del feminicidio, de la violencia contra las mujeres y de la utilización de los cuerpos femeninos, es justamente Rita Laura Segato.
Esta escritora argentina ha enfocado sus esfuerzos académicos en llevar a cabo análisis de gran profundidad en los vertiginosos contextos sociales propios de Latinoamérica. Sus agudas investigaciones sobre la violencia contra las mujeres, como aquella desarrollada en Brasilia con presidarios acusados de crímenes sexuales, la han llevado a convertirse en un referente para las luchas feministas de la región. Por ello, en Femísticas consideramos de suma importancia retomar los textos de Segato y recomendar a nuestras lectoras una de sus obras más emblemáticas, un texto que ha impactado a nivel internacional, pero especialmente a nuestro México, ya que retoma una crisis social específica: las muertas de Juárez. Nos referimos a su ensayo titulado La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez.
En la convulsa década de los noventas, la frase “las muertas de Juárez” resonó cada vez con más fuerza en la prensa local y mundial. Esta frase hace referencia a los feminicidios que desde 1993 se hicieron frecuentes en Ciudad Juárez, en el estado de Chihuahua, una de las urbes fronterizas más importantes de nuestro país. Por lo general, las mujeres víctimas de feminicidio en Ciudad Juárez eran jóvenes y adolescentes, en un rango de edad entre los 15 y 25 años; mujeres de escasos recursos económicos, que por dicha situación habían tenido que comenzar a laborar a temprana edad.
Estos feminicidios coincidían no sólo en la edad y nivel socioeconómico de las mujeres, sino también en la barbarie con la que fueron ejecutados. Los cuerpos de las asesinadas presentaban en casi todos los casos huellas de violación y tortura. Además, los restos humanos fueron encontrados en baldíos o basureros, por fragmentos o calcinados. Esta crisis humanitaria rápidamente encontró eco en los medios de comunicación. Los familiares, principalmente las madres de las víctimas, comenzaron una ardua labor de lucha social, formando colectivos de búsqueda de mujeres desaparecidas y encabezando protestas exigiendo un alto a los feminicidios, así como justicia para las víctimas.
En este contexto, Rita Segato fue invitada por las organizaciones mexicanas Epikeia y Nuestras Hijas de Regreso a Casa, para ir a Ciudad Juárez en el mes de julio de 2004 a impartir una conferencia. La invitación, según narra la propia Segato en su obra, fue hecha por estos colectivos ya que algunas de sus integrantes habían escuchado a la autora en eventos previos, formular una hipótesis viable que podía servir para explicar el fenómeno de los feminicidios en Ciudad Juárez. Rita Segato narra que su compromiso con estos colectivos fue el de participar nueve días en un foro sobre los feminicidios de Juárez; sin embargo, dicho objetivo se vio interrumpido por una serie de eventos que la obligaron a salir de la ciudad de manera abrupta para cuidar su propia seguridad. No sin antes llevarse consigo anotaciones de entrevistas y testimonios que le sirvieron para realizar un análisis profundo sobre este particular fenómeno social.
Rita Segato plasmó en La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez [1] una serie de argumentos que le permitieron formular la hipótesis de la existencia de una “violencia expresiva”, que da sentido al origen y permanencia de los feminicidios en esa ciudad. La autora comienza con una fuerte crítica a los medios de comunicación, quienes daban la impresión de querer ocultar la realidad de los hechos. Es decir, para Segato, los formadores de opinión, aunque pretendían hablar en nombre de la ley y los derechos, estimulaban una percepción indiscriminada de la cantidad de crímenes misóginos que ocurrían en esa localidad. Esto muy parecido a lo que ocurre en otras latitudes de América Latina, donde los feminicidios se quieren siempre relacionar con crímenes pasionales, violencia doméstica y abuso sexual.
Segato señala que, si bien entiende esa voluntad de indistinción, resulta muy pertinente esta vinculación como una “cortina de humo” que impide ver quiénes están verdaderamente detrás de los asesinatos como corporación. Las autoridades también se esmeran en presentar los feminicidios como hechos individuales, ya que esto les permite revictimizar a la víctima y reducir cada asesinato a un caso infortuito, donde las mujeres terminan siendo las últimas responsables de su fatal destino. En la prensa local todavía es posible encontrar encabezados de notas periodísticas de los años noventa con títulos como: “Muere a manos de su expareja”, “Madre soltera es asesinada y calcinada en Ciudad Juárez”, “Mujer no regresa de fiesta, sus familiares la buscan”, etc. Todos ellos son un claro ejemplo del empeño que los medios de comunicación tenían por justificar la violencia contra las mujeres en ese territorio. Pues como comenta la feminista Anilú Elías, “… pese a la abundancia de información que nos ofrecen los medios de comunicación, existe cierto grado de indiferencia común a todos los pueblos relacionados con los datos de violencia hacia las mujeres y los pueblos oprimidos en general.”[2]

Segato destaca también que, si bien en algunos casos se encontró un vínculo sanguíneo o sentimental de la víctima con su presunto asesino, la gran mayoría de estos fueron ataques sexuales realizados en el anonimato de las calles y a víctimas desconocidas. Lo anterior “… respalda la tesis feminista fundamental de que los crímenes sexuales no son obra de desviados individuales, enfermos mentales o anomalías sociales, sino expresiones de una estructura simbólica profunda que organiza nuestros actos y nuestras fantasías y les confiere inteligibilidad. En otras palabras, el agresor y la colectividad comparten un lenguaje imaginario de género, hablan el mismo lenguaje y pueden entenderse.”[3]
Por lo anterior, la autora sostiene que los feminicidios de Ciudad Juárez no son la suma de casos aislados, donde el factor común es la misoginia. Existe por supuesto una connotación misógina al tratarse de víctimas mujeres en el sistema patriarcal dominante. Sin embargo, hay una enorme lista de elementos que deben de ser considerados para poder afirmar la presencia de un “poder alterno” o una “segunda realidad” como lo denomina Rita, que intenta expresar su poder, su soberanía y su capacidad de letalidad frente a las instituciones de poder formal pertenecientes al Estado.
En otras palabras, para Rita Segato, detrás de las “muertas de Juárez” hay poderes fácticos que por medio de los cuerpos de las víctimas expresan su dominio del territorio. Toman los cuerpos de las mujeres porque pueden hacerlo, ya que hay una completa impunidad en la ciudad. Impunidad producto de los pactos entre autoridades policiales y el narcotráfico, de la corrupción en el sistema de justicia mexicano y de la normalización social de la violencia contra las mujeres. Los feminicidios de Ciudad Juárez no son más que uno de los síntomas de un sistema socioeconómico y político enfermo, donde la realidad formal y la realidad informal (en términos económicos) mantienen una pugna por demostrar el dominio y su poder a una sociedad mexicana desensibilizada por la repetitiva violencia en la que se encuentra inmersa hasta el día de hoy.
El análisis de Segato toma gran relevancia cuando se le acompaña de los reclamos sociales que permanecen incluso en la actualidad a nivel local y nacional. La población mexicana señala constantemente la pasividad de las autoridades municipales, estatales y federales, ya que son muchos los casos donde no se ha podido esclarecer la responsabilidad de los feminicidios. La Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha pronunciado duramente contra el Estado mexicano por considerarlo como uno de los principales responsables de esta crisis social.
La vigencia de las letras de Segato nos da las pautas para reflexionar no sólo sobre los feminicidios ocurridos en esa ciudad fronteriza, si no en todo el país. País donde casi 11 mujeres fueron asesinadas cada día en 2020, según cifras del INEGI[4]. Por todo lo antes señalado, extendemos a ustedes, queridas lectoras, la recomendación de este maravilloso texto de Rita Segato, que nos ofrece una versión cruda de la realidad mexicana, que nos lleva paso a paso a entender una realidad que nos aqueja y que finalmente nos permite ver a través del vidrio despulido que los medios de comunicación y estructuras formales de poder nos han instalado frente a los ojos. Una lectura fuerte, cruda e impactante, que sin embargo se hace necesaria para la comprensión de nuestra compleja realidad social.
[1] Rita Laura Segato. La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Ed. Tinta Limón. Argentina, 2019.
[2] Anilú Elías. La rebelión de las mansas. Ed. Octavio Antonio Colmenares y Vargas. México, 2011. p. 18.
[3] Rita Laura Segato. La escritura en el cuerpo de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez. Ed. Tinta Limón. Argentina, 2019. p. 19.
[4] INEGI, 2021. https://www.inegi.org.mx/sistemas/olap/proyectos/bd/continuas/mortalidad/defuncioneshom.asp?s=est