¡Hazlo como niña!
En esta última edición de los Juegos Olímpicos de Tokio 2021, y en pleno auge de los muchos movimientos por los derechos humanos, las participantes femeninas han traído múltiples y profundos mensajes a la sociedad, más allá de la capacidad de practicar deportes tan bien o mejor como cualquier hombre.
Los Juegos Olímpicos son una tradición que comienza en la ciudad-Estado de Olimpia, en Grecia, en el año 776 a.C., y siguieron así hasta que fueron cancelados por el emperador romano Teodisio I, once siglos después, al considerarlos una tradición pagana. Pero este tipo de competencia que congregaba a distintos pueblos del orbe se perdió en el olvido por muchos años. No fue hasta 1896 cuando el Barón de Coubertin llamó a universalizar el deporte bajo el lema “citius, altius, fortius” (“Más rápido, más alto, más fuerte”), en la Universidad de la Sorbona, en París. Éste fue el nacimiento de los Juegos Olímpicos modernos. En aquella primera edición, participaron 14 países y 241 deportistas (todos ellos varones), en 43 pruebas de 10 distintas disciplinas. Cuatro años después, en la edición del año 1900, las mujeres debutaron en este evento, siendo 19 competidoras las que participaron; la tenista inglesa Charlotte Cooper se coronó como la primera campeona olímpica.
Con el paso de los años, la aparición de nuevos deportes y más competidoras fueron sorprendiendo a los espectadores. Si bien es cierto que los juegos Olímpicos son una tradición de lo más antigua, éstos no dejan de evolucionar y de traernos sorpresas. Sin lugar a dudas, la edición más reciente de Tokio 2021 es el paradigma de la ruptura de los estereotipos de género, en cuanto a deportes se refiere.
Las deportistas
A través de los años y superando muchas trabas, las mujeres fueron integrándose al mundo del deporte, primero en aquellos que era considerados de naturaleza femenina, como el croquet, el tenis o el golf, y más adelante en otros como el atletismo, la esgrima, la natación y la gimnasia, a pesar de la oposición de figuras como el Papa Pío XI, quien negaba rotundamente la capacidad y el derecho de las mujeres a participar, por considerarlas de una “naturaleza inferior” a la de los varones. Empero, afortunadamente en la edición de 1976, celebrada en Atlanta, se terminó normalizando la presencia de mujeres deportistas en todas las disciplinas, siendo este un punto clave para el progreso de la equidad deportiva.
Hablando de situaciones más actuales, la edición de Londres 2012 es celebrada como las Olimpiadas con más participantes femeninas en la historia, teniendo el 46% de competidoras mujeres. Mientras que los juegos celebrados en Río de Janeiro en 2018 pueden presumir el récord de mayor número de medallas olímpicas femeninas de la historia, con un 44% del total de medallas ganadas.
Tokio 2021
En esta última edición de los Juegos Olímpicos, y en pleno auge de los muchos movimientos por los derechos humanos y en particular movimientos feministas y de la comunidad LGBTQ+, las participantes femeninas han traído múltiples y profundos mensajes a la sociedad, más allá de la capacidad de practicar deportes tan bien como cualquier otro varón. Se estima que el 49% de todos los participantes fueron mujeres, superando el récord de Londres, y mostrando competidoras ejemplares como Simone Biles, una atleta estadounidense que a sus 24 años decidió tomar un breve descanso mental del mundo de la gimnasia, debido a lo que en el argot deportivo se conoce como twisters, es decir, como bloqueos mentales instantáneos, causados por la fatiga y el estrés al que se someten los deportistas de alto rendimiento.
Tanto Simone como otros y otras deportistas afirman que estos breaks les puede suceder hasta al atleta más disciplinado y capaz, ya que es algo que no pueden controlar, y es muy riesgoso, pues en esas situaciones fallan en sus maniobras, las cuales de por sí ya son arriesgadas. “Tenemos que proteger nuestra mente y cuerpo en vez de solo salir y hacer lo que el mundo quiere que hagamos” dijo la gimnasta estadounidense, dando así el claro ejemplo de que no hay nada que valga más que la salud propia, tanto física como mental. Otro bello ejemplo está en Alexa Moreno, la gimnasta mexicana que, tras haber sufrido bullying debido a su complexión física y a no cumplir con el estereotipo de la gimnasta promedio, volvió en esta edición a darlo todo en representación de nuestro país, siendo la primera finalista que México tiene en 20 años y obteniendo un honroso cuarto lugar.

Otro tema controversial fueron los uniformes femeninos; por un lado, el equipo de gimnasia Alemán, conformado por las atletas Elisabeth Seitz, Sarah Voss, Pauline Schaefer-Betz y Kim Bui, llegaron a la última ronda de las clasificaciones vestidas en trajes de cuerpo completo, cubriendo brazos y piernas con los colores rojo y blanco, contraviniendo la tradición de los uniformes cortos que resaltan las zonas erógenas de los cuerpos femeninos. De la misma forma, el equipo noruego de voleibol decidió cambiar los tradicionales bikinis por shorts, sin importarles la multa de 1500 euros (por cabeza, por partido) que la Federación Europea cobraría por reglamento. Estos dos grupos de mujeres tenían el mismo objetivo: dejar de sexualizar el deporte, liberar los cuerpos femeninos del morbo y la cosificación de la que son objeto. La libertad de vestirse y competir como las atletas se sientan más cómodas, de la misma manera que ocurre con los varones, no debería de ser un problema en estos tiempos. Sin embargo, que las competidoras alcen la voz de esa manera ayuda a visibilizar una problemática de género que por décadas ha estado presente en los circuitos internacionales del deporte.
Por su parte, las mujeres más jóvenes fueron quienes protagonizaron la revolución de género en estos juegos olímpicos. Con el debut del skateboarding como disciplina olímpica, la joven japonesa Momiji Nishiya y la brasileña Rayssa Leal, ambas de apenas 13 años de edad, así como la también nipona Funa Nakayama, de 16, protagonizaron el oro, plata y bronce, respectivamente, demostrando que el dicho “hacerlo como niña” no volverá a tener jamás el mismo significado.
Sin duda alguna, estas chicas generan una concientización ejemplar al actuar desde sus medios (que son muy altos), para ayudar a otras mujeres en situaciones similares, mostrando que las niñas, jóvenes y mujeres de estas generaciones son capaces de lograr todo lo que los varones han realizado, y mucho más.