El síndrome de la impostora, ¿exclusivo de las mujeres?
Se trata de un texto donde se plantea la cuestión de sí el Síndrome de la impostora es exclusivo de las mujeres. Para responder en primer lugar se explica qué es el síndrome de impostora, cómo surge, quienes lo teorizan. Posteriormente, se hace un análisis del motivo por el cual existe la creencia de que es un estado psicológico más frecuente en mujeres y con ello se intenta desmitificar algunos supuestos en relación a este fenómeno.
Hace unos días, en mi tiempo de ocio, tuve la oportunidad de ver en TikTok un video que llamó mi atención y me motivó para escribir este texto. En este video una chica hacía extensivo un reclamo a la psicología por inventar el Síndrome de la impostora. Cabe resaltar que sus argumentos no sonaban del todo descabellados. Es más, considero que, sin dudarlo, muchas mujeres podrían estar de acuerdo con ella. El eje de su reclamo consistía en que la psicología, como disciplina que emergió y se ha desarrollado en el marco de la ciencia patriarcal (como todas las ciencias hasta el momento), se ha inventado un concepto para justificar el poco o nulo crecimiento de millones de mujeres en la historia. Pues, continúo con su idea central, por medio de lo que ha denominado el Síndrome de la impostora la psicología ha llegado a responsabilizar a las mujeres de su bajo rendimiento, de la propia imposición de limitaciones e incluso de las brechas entre géneros que han posicionado a las mujeres en situaciones de desventaja en el ámbito laboral, profesional, académico, económico y social.
Es decir, lo que esta chica ha relatado en pocas palabras es que por medio de la psicología el sistema patriarcal ha conseguido culpar a las mujeres de la inferioridad con la que se han desenvuelto en el recorrido histórico, ya que son ellas las que por sus inseguridades no han podido desarrollarse y mucho menos sobresalir en el mundo competitivo que nos exige fortaleza como medio indispensable para el crecimiento personal y social. Y remata su discurso mencionando que el Síndrome de la impostora es la razón por la cual el patriarcado justifica la inferioridad de la mujer como algo que ella misma se ha construido, pues incluso en igualdad de derechos las mujeres siguen creyendo que no son capaces de estar al nivel de los varones y dudan constantemente de sí mismas.
Ahora bien, los señalamientos emitidos por esta compañera pueden sonar bastante lógicos, ya que en efecto las ciencias y las disciplinas que de ellas emanan han servido en múltiples ocasiones como herramientas de justificación a las barbaridades cometidas por los sistemas dominantes. Si no me creen, busquen artículos médicos estadounidenses previos a la década de los noventas, y podrán observar cómo de manera magistral científicos norteamericanos “demuestran” la supremacía blanca ante los “poco desarrollados” afrodescendientes, a los que describen como seres incapaces de controlar sus propios impulsos, lo que les valió ser el sujeto principal de varios de los principales manuales psiquiátricos. O incluso, artículos publicados durante la Alemania nazi, en donde los científicos justificaban las masacres perpetradas no sólo contra comunidades judías, sino también contra personas homosexuales o con capacidades diferentes, lo que trajo consigo la aceptación social de su aniquilación.
Sin embargo, en el caso del Síndrome de la impostora, considero que existen varios elementos que deben considerarse antes de aceptar completamente aseveraciones como las antes emitidas. Menciono esto, no por querer demeritar las ideas de mujeres que, como la compañera del video descrito previamente, han llegado a esas conclusiones. Si no más bien porque, desde mi perspectiva, cuando se hace un análisis de los comportamientos sociales es importante tomar en cuenta las múltiples variables que pueden estar presentes para que se convierta en un ejercicio crítico, argumentado y sustentado. Debemos cuestionarnos todo, incluso lo que damos por sentado, así es como se revoluciona el pensamiento. Y bien, entonces…

¿Qué es el Síndrome de la impostora?
El Síndrome de la impostora, aunque su nombre correcto es el “Fenómeno del impostor”, se trata de un estado psicológico en el que las personas se perciben y se sienten incapaces de internalizar sus éxitos o logros, por lo cual mantienen un temor persistente de ser descubiertos como un fraude. No se trata de una patología psicológica y mucho menos psiquiátrica; sin embargo, este fenómeno ha sido motivo de diversas investigaciones psicológicas y pedagógicas. La primera vez que se habló de este concepto fue en 1978 por las psicólogas clínicas Pauline Clance y Suzanne Imes, en su artículo intitulado «The imposter phenomenon in high achieving women: Dynamics and therapeutic intervention«. Este artículo fue producto de una extensa investigación donde analizaron a un grupo selecto de mujeres que tenían como rasgo común el haber alcanzado grandes logros en diferentes esferas de su vida. Los hallazgos más sobresalientes fueron que la gran mayoría de las mujeres participantes en la investigación, refirieron sentir desconfianza en ellas mismas y expresaron que pensaban que sus éxitos eran parte de una especie de fraude que tarde o temprano sería descubierto.
Otro texto revelador en esta temática fue la escrita por Valerie Young, quien en 2011 escribió el libro The Secret Thoughts of Successful Women: Why Capable People Suffer from the Impostor Syndrome and how to Thrive in Spite of it. En esta obra la Doctora Young no sólo describió los comportamientos que pueden estar relacionados con el fenómeno del impostor, sino que además los agrupó en cinco categorías: 1) los perfeccionistas: personas cuyos éxitos no son satisfactorios pues suelen pensar constantemente que podrían haberlo hecho mejor, dadas sus altas expectativas; 2) los individualistas: sujetos que rechazan todo tipo de ayuda pues creen que al aceptarla no pueden demostrar su valía; 3) los expertos: personas que pese a hacer las cosas casi siempre de manera adecuada, tienden a pensar que no han sido honestos (que mienten) sobre lo que hacen o dicen y que serán descubiertos; 4) los genios naturales: personajes que se juzgan duramente, lo que los lleva a un estado de estrés y agobio constante si no logran realizar las cosas con fluidez o si no consiguen algo en su primer intento; y finalmente, 5) los superhumanos: personas que se presionan duramente y se exigen demasiado, llegando incluso a desarrollar desequilibrios en su salud mental y en sus vínculos con otras personas.
Así como ellas, diversos investigadores han hecho publicaciones científicas donde hablan del fenómeno del impostor y de algunas de sus posibles causas como: las dinámicas familiares competitivas entre hermanos, la presión constante de los padres hacía los hijos (exigencia de perfección), comparaciones y comportamientos hostiles dirigidos a los niños y niñas, etc. Todo esto con la finalidad de explicar por qué existen tantas personas que a pesar de la existencia de pruebas externas que demuestran sus habilidades y competencias, no consiguen quitarse de encima la idea de que son un fraude y que no merecen el éxito que han conseguido. Incluso, llegan a rechazar las pruebas de sus logros, como hechos puramente relacionados con la suerte, como meras coincidencias o como el resultado de que han logrado convencer a otras personas de que son más inteligentes de lo que ellos consideran que son.
¿El fenómeno del impostor es más frecuente en mujeres?
Esta es una pregunta bastante compleja, pues es verdad que la mayoría de las investigaciones de este fenómeno psicológico se han centrado en estudiar el comportamiento de las mujeres, lo que puede comprobarse al hacer una simple revisión de los artículos publicados a partir de los años setentas. Y esto puede deberse a diversas causas como: la inestabilidad psicológica y emocional ocasionada por el tipo de expectativas sociales que se tienen sobre la mujer (su apariencia física, su comportamiento, sus capacidades, lo que se espera de ella, lo que su familia quiere que haga, la forma en cómo debería de pensar, etc.), la falta de referentes femeninos en diferentes esferas de desarrollo personal, los temores asociados a vínculos afectivos destructivos y dependientes emocionales, la aceptación social de la expresión de emociones femeninas relacionadas con la frustración, el sufrimiento y el dolor (que en los varones no son vistas como algo deseable por la sociedad o que son relacionadas con debilidad y por ende a lo femenino, desde la perspectiva patriarcal), por solo mencionar unas cuantas.
Sin duda alguna, el daño psicológico y emocional que el patriarcado ha ocasionado en las mujeres por medio de los estereotipos y roles de género, pueden ser los factores desencadenantes del fenómeno del impostor o Síndrome de la impostora (por ponerlo en términos feminizantes). Sin embargo, que las investigaciones científicas hayan tomado como sujeto de estudio a la mujer no significa que se trate de un comportamiento exclusivo de nosotras, ni que sea más frecuente ni mucho menos que tengamos algún tipo de predisposición. No debemos olvidar que el sistema patriarcal también se ha encargado de enfatizar nuestra debilidad relacionada a lo que ha denominado “carencia de inteligencia emocional”.
Y esta situación ha llegado al punto, en ciertos momentos de la historia, en el cual el patriarcado se ha inventado patologías mentales como la “histeria femenina», para describir y dar “tratamiento” a enfermedades que supuestamente son propias de las mujeres. Y con ello disfrazar sus prácticas misóginas (incluso la tortura) como terapias implementadas para “cuidar” y “ayudar” a las mujeres que expresan sus desequilibrios mentales en forma de crisis emocionales. Entonces, el énfasis que ha existido en el Síndrome de la impostora puede ser simplemente porque al patriarcado le gusta pensar que nosotras somos las que más enfermamos de eso, por el casi “natural” desequilibrio mental y emocional que, dice, nos caracteriza.
Aunado a lo anterior, el hecho de que no se investigue con la misma frecuencia el fenómeno del impostor y que ni siquiera se le llame el Síndrome del impostor (así, en masculino) responde a que, para el patriarcado, los hombres no sufren de estas cosas o no deberían de padecerlo. La expresión de inseguridades no es algo que a la masculinidad hegemónica tolere en los hombres, y aquellos varones que de alguna manera se muestran inseguros, son denostados por su propio sexo con adjetivos feminizantes y homofóbicos, que de fondo esconden la misoginia. Así que, para el patriarcado, pensar que hay hombres con este tipo de estados psicológicos no resulta algo deseable y, por tanto, no hay necesidad de hacer investigaciones científicas sobre ellos. No le resulta necesario visibilizar esas emociones “negativas”, que no son propias de los hombres (como sí lo son el enojo y la ira, por ejemplo), porque incluso, si existen esas emociones en ellos es preferible que las repriman.
Y entonces…
Después de analizar un poco el fenómeno del impostor, podemos hacer algunas conclusiones. En primer lugar, que, si bien es cierto que la psicología ha logrado plantear la teoría de la existencia de este estado psicológico para explicar la existencia de personas con tendencias al autosabotaje, relacionadas principalmente con inseguridades y miedo al juicio social, este fenómeno no es exclusivo de un sexo o género. Sin embargo, la relación que socialmente se le da a la inestabilidad psicológica y emocional con lo femenino sí ha repercutido en que las investigaciones de este fenómeno sean más frecuentes en las mujeres, al punto que se ha llegado a crear un concepto exclusivamente femenil de él.
Las investigaciones del Síndrome de la impostora han permitido entender cómo los roles de género y los estereotipos minan la salud mental y el equilibrio del bienestar en las mujeres, lo cual ha llevado a la conceptualización de las repercusiones que el patriarcado tiene sobre el estado psicológico y emocional de nosotras. Sin embargo, esto también ha servido como arma de doble filo, pues por un lado la psicología le da nombre a estados psicológicos que repercuten en nuestra salud mental (los describe, los categoriza, para con ello permitir su diagnóstico y manejo); pero, por otro lado, el patriarcado se esfuerza constantemente en utilizarlos como herramientas de justificación para sostener la imposición de la superioridad del hombre respecto a la mujer, por considerarnos débiles mentales y emocionales.
Finalmente, el fenómeno del impostor no responde a un sexo o género determinado, no hace distinción alguna. Pero las ciencias y sus disciplinas, sí lo hacen. Y de esa manera, enfatizan su presencia en las mujeres e invisibilizan a los hombres que también pueden presentar ese estado psicológico. En ellas, porque socialmente es aceptado que tengan desequilibrios mentales y emocionales. Y en ellos, porque a la masculinidad dominante le repugna que los hombres tengan características que el patriarcado mismo ha asociado con lo femenino, ya que eso los convierte a sus ojos en seres inferiores.
[1] Pauline Rose Clance y Suzanne Ament Imes. “The Impostor Phenomenon Among High Achieving Women: Dynamics and Therapeutic Intervention”. Psychotherapy Theory, Research and Practice. Vol. 15, No. 3. Georgia State University. EUA, Fall 1978. https://www.paulineroseclance.com/pdf/ip_high_achieving_women.pdf
[2] Young Valerie. The secret thoughts of successful women: why capable people suffer from the impostor syndrome and how to thrive in spite of it. Crown Business. EUA, 2013.
[3] Sinay, Sergio. La ira de los varones: Qué pasa con los hombres en la era del feminismo. Edición Kindle. EUA, 2021.