El mangina
Definición del concepto “mangina”
¿Sabes a qué nos referimos?
Durante años se ha debatido si la amistad entre dos sujetos del sexo opuesto puede darse sin llevar de por medio intereses románticos o sexuales por parte de alguno de los dos. Habrá quienes digan que sí desde la voz del optimismo, y quienes digan que no desde la voz de la experiencia; pero si de algo podemos estar seguras es que cualquier extremo será malo en cualquier situación. En estos tiempos de liberación y apertura del pensamiento, la convivencia entre hombres y mujeres se ha vuelto algo distinto a lo que se conocía, ya que la deconstrucción masculina es un factor importante y muy remarcado en la sociedad actual. Sin embargo, nunca va a faltar ese chico que está “por encima de la media de comportamiento”, el que entiende a la mujer como nadie, el que está de acuerdo con todo el feminismo y se hace llamar parte del grupo. Todos conocemos un mangina.

La palabra mangina viene de la combinación de las palabras en inglés man (hombre) y vagina (vagina), y hace referencia a aquel sujeto que se autoinscribe en el movimiento feminista de una manera más extrema que las mismas mujeres. Su comportamiento suele variar, pero va desde estar siempre en el ambiente femenino con un, a veces, mal disimulado interés romántico, hasta ser el detonante para conversaciones en las que se critican cosas que no le corresponden por el mero hecho de ser hombre, como el machismo y sus consecuencias, las decisiones sobre el cuerpo y la salud femenina, etc. Todo esto con la exclusiva intención de sentirse aceptado.
¿El verdadero enemigo?
Es bien sabido que un hombre no debería poder opinar con tal soltura sobre el feminismo y sus relacionados, ya que no es la forma adecuada en la que pueden apoyar el movimiento. La cuestión aquí es la hipocresía. El comportamiento de los mangina se vuelve algo peligroso en el momento en el que lo utilizan para su satisfacción. Es evidente que, al sólo buscar aceptación social, no se puede confiar en la veracidad de sus palabras y, si bien pueden expresar ciertas opiniones genuinas, a veces sólo hablan por hablar. Sin irnos muy lejos, un claro ejemplo es el mejor amigo que siempre critica a las parejas, el que siempre mete su cuchara apoyado en el beneficio de la “amistad verdadera” y demás, pero en la menor oportunidad muestra actitudes posesivas e insanas hacia la mujer y con esto revela sus verdaderas intenciones. Ojo, que no hay nada de anormal en que alguien se enamore de una persona con la que convive y congenia, pero es diferente esa situación a la que se presenta cuando alguien se siente con derechos superiores únicamente por la supuesta antigüedad.
¿Es o no es mangina?
Identificar a estos sujetos puede ser una tarea complicada, pues se tiene que conocer al menos un poco a las personas antes de emitir un juicio prudente. Sin embargo, lo más remarcable siempre será la actitud posesiva, este comportamiento de “nadie te va a entender como yo porque tenemos mucho tiempo siendo amigos” o (casi casi) el “yo llegué primero”. La manipulación de algunas decisiones, importantes o no, se pone en juego cuando alguien obtiene (o siente que tiene) tanto poder en nuestras vidas. Las amistades también deben tener ciertos límites y cierto respeto. Si en algún momento esto falla, tal vez podríamos empezar a preguntarnos si hay verdadera coherencia entre lo que expresa y lo que quiere