¡Con el marido hasta la muerte!
—Candelaria ¿aceptas por esposo a Marino? —Sí, Padre. Acepto. Esa noche Candelaria, una niña de nueve años, comenzó a ser abusada física y sexualmente por Marino, el esposo que ante Dios le juró respeto hasta la muerte. — ¡No lo hagas más, me duele! — ¡Ya deja de quejarte que pa’ eso eres mi…
—Candelaria ¿aceptas por esposo a Marino?
—Sí, Padre. Acepto.
Esa noche Candelaria, una niña de nueve años, comenzó a ser abusada física y sexualmente por Marino, el esposo que ante Dios le juró respeto hasta la muerte.
— ¡No lo hagas más, me duele!
— ¡Ya deja de quejarte que pa’ eso eres mi vieja! Mira, ya estás sangrando voy a salir a mostrar la sabana.
En la comunidad de San Marino de los Machos se acostumbra a mostrar la sabana del primer sangrado, como evidencia de la virginidad de la recién casada. Para la familia de Candelaria era muy importante que su hija sangrara la primera vez que tuviera coito con Marino, porque de lo contrario tendrían que devolver a Marino las cinco gallinas que pagó, a cuenta del matrimonio con Candelaria.
— Oiga amá, ya quiero regresar a la casa con usté y mi apá. Este señor todas las noches llega borracho, me tira en la cara el estofado, me golpea muy fuerte y después me pone entre las piernas esa cosa chueca que tiene en medio.
— ¡Ay mija! Así es al principio del matrimonio. Después de algunos años una se acostumbra. Aguántese, que las gallinas ya las vendimos.
— Amá, fíjese que antenoche él llegó muy tarde y se enojó porque me encontró dormida. Me despertó de una cachetada pa’ que le hiciera la cena y como estaba muy caliente me la escupió en la cara. Dice mi cuñada que también me pegó en la cabeza, pero como me desmayé pues no me acuerdo.
— Pues no le cause corajes, mija. Aprenda a servir bien la comida y a esperarlo despierta, ese es su deber como esposa. Ándele, váyase a preparar la comida y que no le agarren las prisas pa’ cuando llegue su esposo.

Pasaron unos cuantos meses en la comunidad de San Marino de los Machos, después de aquel día en que Candelaria fue a visitar a su mamá. Ahora, Candelaria estaba tendida sobre un viejo catre de yute en la pieza* de la casa de sus padres, rodeada de coronas de flores blancas, velas y floreros con gladiolas rojas.
— Señora, a Candelaria la mató don Marino. El canijo hombre ya se escapó, no hay nadie en la casa.
— Pero, ¿qué dices muchacha?
— El muy desgraciado le cortó la cabeza con un machete. Corra, vamos pa’ que usted misma la vea.
Candelaria murió de la manera más cruel. En medio de tanta violencia y abusos, sigue ganando la costumbre de vender niñas por unas cuantas gallinas; de normalizar la violencia en el silencio de los hogares. La costumbre se contiene para reconocer la libertad y los derechos de las niñas.
¡La costumbre impone un marido hasta la muerte, aunque él mismo sea la causa de la muerte!
*Nombre que le dan a la habitación de las casas, en donde se ubica el altar con los santos a los que la familia tiene devoción.
Con una gran redacción y un triste relato, me has hecho pensar tanto en las niñas que pasan por estas cosas y lo enojada que estoy porque sigan pasando.
Que texto tan fuerte… que triste pensar que vivimos en sociedades con estos malditos hombres sin humanidad. Seremos todas más fuertes cada día Candelaria, para no dejar que casos como este se sigan repitiendo.