¿Cómo afecta el machismo a la salud de las mujeres?
La violencia de género se considera como un problema de salud pública, esto lo reconocen agencias como la OMS. Lo anterior se debe a que las mujeres ven incrementados sus riesgos y vulnerabilidades al ser víctimas de violencia física, psicológica y estructural, dentro y fuera de sus hogares.
La violencia de género debe considerarse como un problema de salud pública. Así lo reconocen agencias internacionales como la Organización Mundial de la Salud (OMS)[1], que en el marco de acción de los organismos que conforman Naciones Unidas, intenta visibilizar la importancia de la perspectiva de género en todos sus programas e intervenciones sanitarias. Desde una mirada enfocada en los derechos humanos, la no discriminación y el trato equitativo, resulta importante el análisis de este tipo de problemáticas. Esto, ya que las mujeres ven incrementados sus riesgos y vulnerabilidades al ser víctimas de violencia física, psicológica y estructural; dentro y fuera de sus hogares. La violencia contra la mujer es consecuencia de una violación sistemática de sus derechos humanos, que refleja los efectos de la discriminación y subordinación de las mujeres por razones de sexo en la sociedad[2]. Todo ello como resultado de un sistema patriarcal que promueve la exclusión e invisibilización de las problemáticas y necesidades femeninas en todas sus esferas de acción.
Desde el ámbito de la salud pública, se requiere incrementar las investigaciones, intervenciones y políticas sanitarias que busquen determinar las tendencias sociodemográficas, las consecuencias sanitarias y el impacto en las estructuras de salud que produce la violencia contra las mujeres; ya que se trata de un fenómeno predecible y, por lo tanto, prevenible. Se considera como un problema de salud pública ya que se traduce en muertes, enfermedades y disminución de la calidad de vida[3].
A pesar de los cambios sociales que se han presentado en las últimas décadas, impulsados por los movimientos feministas en el mundo y su lucha por la igualdad de derechos, las mujeres todavía tienen grandes limitaciones para ejercer sus derechos debido a la persistencia de prácticas discriminatorias y excluyentes con base en el sistema tradicional de género[4]. Este tipo de prácticas discriminatorias se replican diariamente en todos los contextos sustentadas en las costumbres, tradiciones y cultura; se reproducen por medio de roles de género y estereotipos, mediante los medios de comunicación, las instituciones y la sociedad en conjunto. Y a su vez, son producto de un sistema patriarcal que reproduce patrones de exclusión y odio hacía lo que considera femenino, por resultarle inferior[5].

Violencia física y sus repercusiones en la salud de las mujeres
La OMS presenta estimaciones muy precisas sobre la prevalencia de la violencia de pareja y la violencia sexual, ya que son obtenidas mediante encuestas poblacionales basadas en el testimonio de las supervivientes. Según un análisis de los datos sobre la prevalencia de este problema en 161 países y zonas, entre 2000 y 2018, realizado por la OMS, en nombre del grupo de trabajo interinstitucional de las Naciones Unidas sobre la violencia contra la mujer, destaca que: en todo el mundo, una de cada tres mujeres (poco más del 30%) ha sufrido violencia física y/o sexual por su pareja o violencia sexual por alguien que no era su pareja o ambas. Y de estas mujeres, el 40% presentaron lesiones físicas que significaron algún tipo de consecuencia para su calidad de vida. Además de incrementar sus probabilidades de presentar algún tipo de trastorno de salud mental[6].
En el caso particular de México, según datos reportados por el Instituto Nacional de las Mujeres en 2018, el 46.1% de las mujeres de 15 años y más refieren haber sufrido algún incidente de violencia por parte de su pareja; 42.4% de las entrevistadas mencionaron que fueron víctimas de violencia emocional, como ser humilladas, encerradas, recibieron amenazas de ser expulsadas de su casa o quitarles a sus hijos, incluso relataron sentir temor por sus vidas. Además, el 24.5% dijo que se les prohibió trabajar o estudiar; y que les fueron retirados sus recursos económicos o bienes (violencia económica). Asimismo, el 7.3% de las entrevistadas manifestó que fueron obligadas a tener relaciones sexuales sin su consentimiento[7].
¿Qué otras formas de violencia machista perjudican la salud de las mujeres?
Las consecuencias sobre la vida y la salud de las mujeres por las agresiones no son la única cara de la violencia de género que se presenta. Otros de los problemas a los que se enfrentan las mujeres son: la falta de prevención en materia de salud reproductiva, el limitado acceso a los servicios básicos de subsistencia y, en ocasiones, la deficiente calidad de éstos[8]. Estas otras formas de violencia de género son invisibilizadas generalmente en los sistemas de salud, en los procesos de investigación sanitaria y al momento de crear protocolos de atención médica; principalmente por los sesgos de género en la ciencia. A continuación te platicamos de un par de ejemplos recurrentes.
1) Una mirada masculina en la investigación médica
En primer lugar, es importante mencionar que resulta comprensible que las necesidades de salud de las mujeres sean poco perceptibles. Esto es una consecuencia de que en materia de salud, el sujeto de investigación sea principalmente el hombre; pero, además, que sean los hombres los que predominen como investigadores. “En todas (o casi todas) las investigaciones científicas, en el ámbito de la salud y de la medicina, las personas que han hecho las investigaciones han sido hombres” señala Patricia Canut, integrante de Les Luciferases, una asociación de divulgación científica feminista y social[9].
Lo anterior se traduce en menor conocimiento sobre el cuerpo de las mujeres. Ejemplo de esto es la existencia de una masculinización de enfermedades como las patologías cardiovasculares, que hasta hace poco tiempo se consideraban como enfermedades de los hombres, a pesar de que también es una de las principales causas de mortalidad en las mujeres. Y esto se convierte en un elemento que se interpone con el adecuado diagnóstico y tratamiento para el sexo femenino, ya que los signos y síntomas no son necesariamente igual en ambos sexos. Sin conocer las diferencias, son muchas mujeres las que no recibirán atención médica en tiempo y forma y, por tanto, tienen una mayor probabilidad de fallecer.
2) Enfermedades en mujeres: patologías invisibles
Esta lista la encabeza, por mucho, la endometriosis. Es una enfermedad que afecta a una de cada diez mujeres en el mundo, pero hasta hace poco tiempo había sido ignorada por los sistemas de salud. Anteriormente, se encontraba asociada esta patología con los “dolores menstruales”, pero la realidad es que no es así. Por esa asociación, las mujeres podían pasar décadas completas de su vida sin un tratamiento adecuado y consumiendo analgésicos al por mayor. La endometriosis es una enfermedad que consiste en que el endometrio (la capa submucosa que recubre el útero por dentro) crece fuera de este órgano. Esta patología puede ser muy dolorosa e incluso causar infertilidad en una de cada tres mujeres que la padecen. Y a pesar de lo severa que puede ser para las mujeres, suele diagnosticarse años después de presentar los primeros síntomas. Esto revela la poca atención que reciben las mujeres en cuanto a las enfermedades ginecológicas.
¿Qué se puede hacer al respecto?
Los proveedores de servicios sanitarios han incrementado en gran medida el reconocimiento de los resultados negativos para la salud que pueden estar asociados con la violencia basada en el género, que ha sido asociada a riesgos y problemas en: 1) la salud sexual y reproductiva; 2) tiempos prolongados en la detección de enfermedades crónicas; 3) afectaciones en la salud mental; 4) lesiones físicas importantes; e incluso, en el peor de los escenarios, 5) la muerte[10]. Y es justamente por los elementos identificados que un análisis poblacional de las afectaciones en la salud de las mujeres violentadas puede permitir desarrollar estrategias educativas de prevención y promoción de la salud, que ayuden a empoderar a las mujeres en sus entornos de acuerdo con sus necesidades sanitarias.El Comité para la Eliminación de la Discriminación contra la Mujer (CEDAW), órgano de la ONU, afirma que el acceso a la atención de la salud, incluida la salud reproductiva, es un derecho básico de las mujeres. Y por esta razón destaca la necesidad por parte de los Estados de fomentar la salud de la mujer durante todo su ciclo de vida, garantizar el acceso universal de todas las mujeres a una plena variedad de servicios de atención de salud de calidad y asequibles, incluidos servicios de salud sexual y reproductiva. De igual manera, enfatiza la CEDAW, se hace no sólo necesario sino imperativo incluir de manera transversal la igualdad de género en políticas públicas, programas y servicios sanitarios; eliminar las barreras de acceso a las mujeres, especialmente en las adolescentes; así como, priorizar los derechos reproductivos y la prevención de embarazos no deseados[11].
[1] OMS. Violence against women Prevalence Estimates, 2018. OMS, Ginebra, 2021. https://apps.who.int/iris/handle/10665/341338?locale-attribute=es&
[2] Alvarado, M. y Guerra, N. “La violencia de género un problema de salud pública”. Revista de Trabajo Social. Vol. 2 N° 2. Venezuela, 2012. pp. 117-130. Consultado en: https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/5154889.pdf
[3] Híjar-Medina, M. López-López, M. y Blanco-Muñoz, J. “La violencia y sus repercusiones en la salud; reflexiones teóricas y magnitud del problema en México”. Centro de Investigación en Sistemas de Salud, Instituto Nacional de Salud Pública (INSP), México, 1997. Consultado en: https://www.saludpublica.mx/index.php/spm/article/view/6046/6952
[4] Gill, K. y Malhotra, R. “Women deliver for development”. Lancet. 2007. pp. 1347-1357.
[5] Corona, T. et al. “La mujer y la salud en México”. Rev. Academia Nacional de Medicina. México, 2014.
[6] OMS. Violence against women Prevalence Estimates, 2018. OMS, Ginebra, 2021. https://apps.who.int/iris/handle/10665/341338?locale-attribute=es&
[7] Corona, T. et al. “La mujer y la salud en México”. Rev. Academia Nacional de Medicina. México, 2014.
[8] Gill, K. y Malhotra, R. “Women deliver for development”. Lancet. 2007. pp. 1347-1357.
[9] Mar Romero. “Cómo el machismo en la medicina le cuesta la salud a las mujeres”. France 24. Consultado en: https://www.france24.com/es/programas/salud/20211126-salud-machismo-medicina-investigacion-consecuencias-mujeres-identidades-diversas
[10] Breilh J. Género, poder y salud. Ed. Ibarra, Ecuador, 1993. p. 15.
[11] Corona, T. et al. “La mujer y la salud en México”. Rev. Academia Nacional de Medicina. México, 2014.